miércoles, 3 de junio de 2020

¿CÓMO CONVENCIÓ FELIPE VI A LA NOBLEZA PARA SER CARITATIVA POR EL VIRUS DE LA CORONA??



Félix Población
Como consecuencia de la brutal y racista agresión (nueve minutos hasta la asfixia se debería llamar asesinato) de un oficial de policía que costó la vida a George Floyd en la ciudad de Minneapolis, Estados Unidos sufre estos días graves altercados en todo el país, con la amenaza por parte de su presidente de recurrir al Ejército para hacerles frente. 
Al biznieto del dictador Francisco Franco, duque de Anjou y aspirante al trono de Francia, Luis Alfonso de Borbón, estos sucesos le importan una higa y así lo ha expresado en su cuenta de Twitter, aludiendo únicamente  a los desperfectos registrados en una estatua de un antecesor suyo, dañada por los manifestantes en Louisville: «Como heredero de Luis XVI, y comprometido con la defensa de su memoria, espero que el daño sea reparado y la estatua sea restaurada. Agradezco de antemano a las autoridades por las medidas que tomarán al respecto».
El comentario de este señor habla por sí  mismo de su catadura y solo encuentro algo que me puede resultar comparable en los días que corren, coincidente además con las palabras del biznieto del generalísimo: “Las Corporaciones Nobiliarias, las Órdenes Militares, las cinco Reales Maestranzas, las Órdenes Internacionales con actividades en España, y otras Corporaciones nobiliarias y caballerescas han respondido a un llamamiento del rey Felipe y han comprado miles de litros de leche y de aceite de oliva virgen extra "de la mejor calidad" para contribuir al plan Cruz Roja responde frente al covid-19”.
Lo que más me ha llamado la atención de esta noticia, propia al menos de los tiempos en que el bisabuelo de don Felipe visitaba Las Hurdes extremeñas, es que en algunos titulares se signifique que el rey ha tenido que “convencer a la nobleza” para este ejercicio de caridad, magnificado encomiásticamente  por los medios afines a la monarquía, como si no hubiera corrido el tiempo  desde entonces y se siguiera estilando ese servil proceder con quienes socorren a los menesterosos en tiempos de crisis, aprovechados siempre por los potentados para hacer crecer su patrimonio, como acaba de ocurrir en esta ocasión y la precedente.
Me pregunto si ahora que desde Villarejo se han puesto tan de moda mediática las grabaciones secretas, no habrá por ahí una que nos muestre la convincente prédica de don Felipe a su corte para convencerla de que no estaría mal juntar unas dádivas de aceite y leche para los pobres, pues ya se sabe -como dijo la derecha extrema- que las "paguitas" se las pueden gastar en vicios.

PS. Si se tiene en cuenta que actualmente existen en España 2.827 títulos nobiliarios, en posesión de unas 2.200 personas (representadas por la Diputación Permanente y el Consejo de Grandes de España), ¿cuál habrá sido el importe de su limosna a los pobres de España?  


Se vuelve a confundir derecho con caridad y justicia social con limosna
José Antequera 
(Diario/16)

La noticia, que ha ocupado apenas un breve en las páginas de los principales periódicos nacionales, merece sin duda un comentario. La primera pregunta que cabe hacerse es si los Grandes de España −“los primos” del rey, como siempre se les ha conocido en Palacio desde que Carlos I creara el título nobiliario−, estaban contribuyendo y arrimando el hombro con arreglo a su poderío económico o, más bien al contrario, se estaban haciendo los remolones y escaqueándose de sus responsabilidades con el pueblo en un momento especialmente dramático a causa de la crisis y el hambre. De la información parece desprenderse más bien lo segundo, ya que la donación de leche y aceite para los españoles hambrientos no ha partido de la aristocracia, sino que todo apunta a que ha tenido que ser el propio rey quien los llame a capítulo para que sean generosos y hagan un ejercicio de auténtica nobleza y españolidad. Ya se sabe que las clases altas entienden por patriotismo pasear el buen nombre de España por el extranjero, mayormente por los paraísos fiscales de Suiza y Panamá. Por eso el monarca ha querido recordar a las “manos muertas” que es el momento de aparcar los negocios, remangarse, dejarse de cuentos y de cuentas, y dar ejemplo.
Tenemos una clase privilegiada que vive aislada de los problemas del país, entre campos de golf, escudos heráldicos y bodegas, y rara vez sale de sus palacios, quizá para tomar parte en alguna cacerolada nocturna contra el Gobierno chavista y poco más. La historia nos dice que la nobleza española siempre fue más bien improductiva. De hecho, hasta finales del siglo XVIII tenían prohibido “trabajar con sus manos”, ya que se consideraba una tarea propia de plebeyos y rufianes. Cómo habrá sido de estéril la sangre azul hispana que al trabajo ellos lo llamaban “ejercicio de oficios viles y mecánicos”, un maravilloso eufemismo para no pegar ni golpe que nos da la medida, la talla y la catadura moral de la casta con la que hemos tenido que convivir durante siglos. Así fue hasta que Carlos III les levantó el privilegio y los puso a trabajar, una medida por la que sin duda el rey-alcalde hoy habría sido tachado de peligroso comunista bolivariano.
En cualquier caso, un Felipe VI metido a improvisado Padre Ángel ha conseguido sacar de sus primos y allegados de la nobleza “más de 38.000 litros de leche que darán para casi 200.000 desayunos y alrededor de 25.000 litros de aceite para las familias más necesitadas” de las Castillas, Extremadura Andalucía, donde el paro y el hambre están pegando con más fuerza, según ha precisado el Palacio de la Zarzuela. Estamos pues ante una medida en la mejor tradición del paternalismo regio. Los reyes, al igual que la nobleza, siempre creyeron que con el mendrugo de pan, la bolsa de trigo y el cuenco de leche urgente calmaban las miserias de la plebe, de manera que así ya podían vestirse de “manolos” y majas goyescas, como gente de la calle, y mezclarse con los parias en las corridas de toros. La tradición del “plebeyismo” continúa en nuestros días, como bien demuestra el príncipe Joaquín de Bélgica, al que han pillado saltándose la cuarentena en un fiestón cordobés por todo lo alto.

Los alimentos, vengan de donde vengan, siempre son bienvenidos cuando un estómago ruge de hambre, pero una vez más en este país se vuelve a confundir derecho con caridad y justicia social con limosna. Han tenido que pasar varias guerras carlistas, una contienda civil, una dictadura y cuarenta años de democracia para que por fin se pongan las cosas en su sitio y venga un Gobierno progresista medianamente solidario y humanista dispuesto a consagrar el derecho de cualquier persona a contar con un ingreso mínimo vital para no morirse de hambre. Eso que los “cayetanos” del barrio de Salamanca consideran una medida marxista que atenta contra la supuesta libertad no es más que cumplir con la Constitución, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y hasta con las enseñanzas del cristianismo (aquello de dar de comer al hambriento y de beber al sediento). Vox, el partido de la nobleza y las élites, ya ha anunciado que va a votar en contra de la “paguita”. 

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