Es de esperar y desear que ese espontáneo apoyo de los inspectores de trabajo a su compañero Javier Iglesias, padre de Pablo Iglesias, se nutra de muchas más firmas de las que hasta ahora viene cosechando como respuesta a la calificación con la que la marquesa de Casa Fuerte y portavoz del Partido Popular en el Congreso calificó al vicepresidente segundo del Gobierno: "hijo de terrorista".
Leemos en el manifiesto que están suscribiendo, además de los inspectores de trabajo de toda España, personas relacionadas con otras facetas profesionales, que se consideran las palabras de Cayetana Álvarez de "una bajeza moral insuperable, por utilizar a nuestro compañero en la contienda política para atacar a un vicepresidente del Gobierno de España y diputado de un partido rival, a sabiendas de que idénticas imputaciones ya han sido rechazadas por los Tribunales con anterioridad, y por hacerlas buscando la protección e inmunidad por su condición de diputada en sede parlamentaria".
Los firmantes, además, muestran su "profundo apoyo y respeto personal y profesional por Javier Iglesias Peláez, que en su condición de inspector de trabajo y Seguridad Social desde el año 1979, ha dedicado toda su vida profesional a la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras".
No quiero dejar sin responder, a propósito de las declaraciones del portavoz de la derecha extrema en el Senado, al señor Maroto, que apoyó las palabras de su finchada compañera. Debo decirle, en este sentido, que la educación recibida por Pablo Iglesias de su padre no está al alcance de ese senador porque el odio no forma parte de los principios de quien es, en el buen sentido de la palabra bueno, y ustedes han pretendido inútilmente difamarlo sólo con odio, por odio y para el odio, esa oscura pulsión cainita de la España retrospectiva, la que ora y embiste, vieja y tahúr, zaragatera y triste.
Leemos en el manifiesto que están suscribiendo, además de los inspectores de trabajo de toda España, personas relacionadas con otras facetas profesionales, que se consideran las palabras de Cayetana Álvarez de "una bajeza moral insuperable, por utilizar a nuestro compañero en la contienda política para atacar a un vicepresidente del Gobierno de España y diputado de un partido rival, a sabiendas de que idénticas imputaciones ya han sido rechazadas por los Tribunales con anterioridad, y por hacerlas buscando la protección e inmunidad por su condición de diputada en sede parlamentaria".
Los firmantes, además, muestran su "profundo apoyo y respeto personal y profesional por Javier Iglesias Peláez, que en su condición de inspector de trabajo y Seguridad Social desde el año 1979, ha dedicado toda su vida profesional a la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras".
No quiero dejar sin responder, a propósito de las declaraciones del portavoz de la derecha extrema en el Senado, al señor Maroto, que apoyó las palabras de su finchada compañera. Debo decirle, en este sentido, que la educación recibida por Pablo Iglesias de su padre no está al alcance de ese senador porque el odio no forma parte de los principios de quien es, en el buen sentido de la palabra bueno, y ustedes han pretendido inútilmente difamarlo sólo con odio, por odio y para el odio, esa oscura pulsión cainita de la España retrospectiva, la que ora y embiste, vieja y tahúr, zaragatera y triste.
DdA, XVI/4513
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