Podríamos decir que la Historia no es más que la historia de una conspiración tras otra, de una sucesión de conspiraciones del poder contra los pueblos.
Jaime Richart
Desde el primer día
de confinamiento hemos dispuesto de tanto tiempo para nosotros, que, como un
sabueso que indaga, sigue pistas e interpreta hechos, no he cesado de investigar el “hecho” del que
partimos todos en todo el mundo. El resultado final, aun provisional, por ahora
me estremece. Claro que, teniendo como tengo una edad avanzada, el
estremecimiento es relativo pues a lo largo de la vida todos poco a poco nos
vamos curando de espantos…
Antes de acudir
al médico debemos prestar atención al instinto.
Si no está estragado o atrofiado por hábitos malsanos, el instinto
siempre es un guía superior a la razón. Las enfermedades curables se curan
solas con nuestras propias defensas. Sólo necesitamos paciencia. Pero si el mal
contraído persiste y sufrimos dolor agudo persistente, es cuando recurrimos al
médico. Sin embargo, no creo que la Medicina preventiva sea buena solución. A
menudo causa trastornos que no se hubieran producido sin mediar una vacuna, por
ejemplo. En todo caso, nuestra salud es demasiado importante como para dejarla
en manos exclusivamente de los médicos y de la Medicina académica.
No obstante, una
cosa es la pericia del especialista que trata a diario de manera individualizada a
enfermos aquejados de una misma enfermedad, y otra que la sociedad deba seguir
necesariamente las pautas de especialistas en epidemias y en pandemias. Pues, a
diferencia de otros especialistas en enfermedades comunes, la experiencia y
praxis del epidemiólogo es esporádica, y las bacterias y los virus mutan. Y con
mayor motivo cuando los propios expertos reconocen públicamente ignorar el
preciso origen del virus causante de la pandemia y el comportamiento de éste desconciertan por sus efectos pues ya se sabe que al covid19 se le ha tratado y
modificado genéticamente en el Laboratorio. Las cambiantes
recomendaciones de los expertos del gobierno a la población sobre el modo correcto de actuar a lo largo del estado de alarma, aparte las sabidas precauciones ante
cualquier enfermedad infecciosa, acreditan la escasa solidez de sus dictámenes
más allá de las medidas de precaución elementales a adoptar ante la
posibilidad del contagio. Parece patente un desconcierto general. Y pese a
ello, o por ello, el gobierno central se resiste a traspasar a los gobiernos
autónomos la responsabilidad del control sanitario de la pandemia,
manteniendo si acaso su papel gendarme que evite el desplazamiento entre
Autonomías.
Porque en esta inédita
situación que vive el mundo y España, hay numerosos factores a considerar. Las
sucesivas teorías extraoficiales que voy recorriendo contradicen la tesis de
todos los gobiernos. Y todas apuntan a las altas esferas del poder mundial como
responsables de lo que está sucediendo. Nada tiene de extraño, pues el pueblo
llano, cansado de los engaños a que es sometido ordinariamente a lo largo del
tiempo, desconfía de sus gobernantes. Aun así, los poderes institucionales son
una cosa, y los poderes en la sombra, otra. Podríamos decir que la Historia no
es más que la historia de una conspiración tras otra, de una sucesión de
conspiraciones del poder contra los pueblos. Y con mayor motivo en España donde
las clases secularmente dominantes, dueñas del dinero, de la banca, las
finanzas, de los medios más potentes de comunicación cuyo principal cómplice es
la jerarquía religiosa, no han perdido apenas peso en las maniobras de toda
clase realizadas a partir del tránsito de la dictadura a una democracia de bajo
nivel.
Ahora se está tratando de vacunar
obligatoriamente en países
africanos. Sin embargo, en la historia de la ciencia nunca se ha conseguido
desarrollar una vacuna que resulte eficaz contra alguno de los miembros de la
familia de los coronavirus. Hecho que se traduce en que la gran mayoría de los
ensayos clínicos que se están desarrollando en la actualidad para vencer al
covid-19, estén condenados al fracaso. Un
reportaje de la televisión pública francesa publicado el pasado martes reconoce
que en África se extiende actualmente una campaña antivacunas que ilustra la
profunda desconfianza del continente negro hacia los manejos de las grandes
potencias con pretextos sanitarios. Ahora algunos padres se niegan a vacunar a
sus hijos, confirma el periódico La Vie Sénégalaise. No sólo hay
antivacunas en el Primer Mundo. En África no admiten que se les utilice como
conejillos de indias, que se enriquezcan a su costa, que maten a cientos de
ellos o que se les esterilice, que es la sospecha que se esconde tras estos
manejos.
En
otro sitio leo que Trump se propone movilizar al ejército para vacunar a
toda la población en otoño. En realidad cada vez es más fina la línea que
separa la “verdad” y la noticia
fiable de carácter oficial, del bulo y la fake
news.
Me sospecho que todo depende del grado de ingenuidad y de propensión de la
persona a imitar al avestruz cuando ante el peligro mete la cabeza entre sus
plumas…
DdA, XVI/4500
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