Félix Población
Hubo de ser casi de inmediato, al poco de
ser ocupada la ciudad por las tropas sublevadas el 21 de octubre de 1937. Había
nombres en el callejero de Gijón cuya permanencia quizá no pasó de algunas
horas desde que las Brigadas Navarras hicieron su entrada en la villa de
Jovellanos.
Ese día el coronel José Franco Mussio
confirmaba la rendición del ejército republicano de Asturias ante el coronel
Camilo Alonso Vega, jefe de la IV Brigada de Navarra, poco después de las seis
y media de la tarde y según el siguiente parte: "El día de hoy las fuerzas
de la Brigada partiendo de las posiciones que ocupaban al oeste de
Villaviciosa, avanzaron con servicio de seguridad propio por la carretera de
Arroes sin encontrar resistencia y marchando después, por estar volados los
puentes, por Peón e Infanzón dos Agrupaciones y los elementos motorizados de la
Brigada, mientras que la otra Agrupación prosiguió su marcha por la carretera
de Arroes a Cugeñas [sic], reuniéndose todas las fuerzas y marchando una
Agrupación por Somió y otra por la carretera de desviación al sur de la
anterior hasta Gijón, que tomó a las 18 horas, siguiendo hasta Musel [puerto
exterior] y túneles de Tamón y Veriña, situados a 18 y 8 kilómetros
respectivamente de Gijón en dirección a Avilés".
Una de las primeras placas arrancadas del
callejero gijonés no podía ser otra que la del régimen instaurado el 14 de
abril de 1931 entre el entusiasmo popular, régimen contra el que se levantaron los
generales felones. La celebración multitudinaria de la proclamación de la segunda República española ocurrió no muy
lejos de donde estaba ubicada la placa de la imagen, que por el edificio que
asoma al fondo -la antigua la Escuela de Comercio- es una esquina del actual Viejo
Instituto, en la calle de Begoña. Se observa cierta celeridad en la empresa por
parte de los protagonistas, sin necesidad de escalera portátil alguna que
indique que se trata de una tarea preestablecida.
Dos soldados sostienen a un tercero,
encargado de eliminar para siempre el rótulo, mientras otro parece colaborar de
modo menos entusiasta. Dos de los militares fuman. Acaba de caer en poder de
los sublevados la última plaza del frente Norte y puede que sus mandos les
hayan hecho creer que el episodio del que han sido partícipes puede marcar la
trayectoria victoriosa del ejército al que sirven. Se les supone, por lo tanto,
pletóricos de doctrina triunfal y dinámica represora.
Ninguno de los cuatro puede imaginar quizá
que aún faltan 18 meses para que la guerra acabe. Es muy posible que entre los
ciudadanos gijoneses, que recibieron a las tropas facciosas con sábanas blancas
en los balcones, fueran también mayoría los que pensasen que el conflicto no
podía prolongarse demasiado tiempo después de que la Asturias revolucionaria de octubre de 1934 hubiera caído en poder de los sublevados. Muchos habrán contemplado la
desaparición de esa placa como el final de una corta etapa cuyo fecha de
nacimiento en la Plaza Mayor de la ciudad, ante el edificio municipal, supuso
sin duda alguna uno de los hechos más esperanzadores de nuestra historia
contemporánea.
Ante el Ayuntamiento de la ciudad
Ocurrió -según las crónicas- pasadas
las cuatro de la tarde del 14 de abril. A esa hora la bandera tricolor fue
izada en el balcón principal de la casa consistorial. Se utilizó para ello la
enseña del Partido Republicano Federal, entre el entusiasmo de la multitud
congregada y los acordes de La Marsellesa. Según el diario El Noroeste,
los millares de personas que se encontraban en la plaza se descubrieron durante
el acto y el silencio durante dos minutos fue absoluto. Algunas lágrimas
asomaban a la mirada de los más viejos, que quizá recordasen en el fondo de su
memoria el tiempo de su niñez en el que instauró la primera república. Una vez
izada la tricolor, se desbordó el júbilo con gritos y abrazos entre los reunidos,
y muchas gorras al aire.
También se escucharon los primeros
discursos, entre ellos el del joven abogado Dionisio Morán Cifuentes, que luego
militaría en Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña. Sus palabras
denotan el clima ambiental de pacífica exaltación con el que se vivió la
jornada. También, una voluntad de defensa del nuevo régimen que, por desgracia,
resultaría premonitoria: “Seguid dando pruebas de sensatez y cordura, y
demostraremos como hasta ahora hemos hecho, que los del desorden son ellos. Ha
caído la monarquía podrida y vosotros, con vuestras papeletas en la
elección del domingo, le preparasteis el sudario. Levantad los corazones, y ya
dado este paso, con la misma decisión, con la misma serenidad y confianza con
que hemos sabido izar esta bendita enseña de una patria que nace,
aprestémonos a defenderla, dando por ella incluso la vida”.
También hizo uso de la palabra el ex
alcalde republicano Ramón Fernández, insistiendo en la necesidad de que impere
la serenidad y la calma, y que el comité revolucionario disponga solicitar al
presidente de la Audiencia la libertad de los presos políticos, libertad que
fue concedida. "Ni que decir tiene -leemos en el diario El
Noroeste- el júbilo que a todos causó la noticia, comunicándose prontamente
al público que no cesaba de aplaudir, viéndose a muchas mujeres llorar de
emoción. [...]. Cuando los veintitrés presos políticos liberados hicieron su
entrada en un autocar en la Plaza de la Constitución se intensificaron los
aplausos y el entusiasmo de la muchedumbre". El diario gijonés calcula que
en el recinto y alrededores había más de quince mil personas. A requerimiento
del público volvió a dirigirse a los congregados el abogado Morán Cifuentes:
"Ya veis como la naciente República cumple sus compromisos. Nuestro
primer esfuerzo fue devolver a sus hogares a los seres queridos, a estos
perseguidos que perdieron la libertad por defender un ideal sacrosanto. Seguid
teniendo confianza en el Comité y, sobre todo, conservar la serenidad, dando un
alto ejemplo de civismo. Nada de algaradas inútiles. Retiraos tranquilos a
vuestros hogares con la satisfacción de lo realizado en este gran día".
En el centro de Gijón, sin que se sepa si fue en 1931
o con motivo del primer aniversario
Después de tomar la palabra Isidro del
Río, primer alcalde democrático de la ciudad, y el anarcosindicalista Segundo
Blanco, último ministro de Instrucción Pública del Frente Popular durante la
guerra, el pueblo fue desalojado tranquilamente de la plaza, pasando el comité
revolucionario a asumir todos los poderes. Por disposición de dicho comité, la
banda municipal de música de Gijón dio un concierto en la Plaza del Carmen, que
pasó a llamarse desde ese día Plaza del Capitán Galán, en homenaje al militar
republicano fusilado en Jaca por sublevarse contra la monarquía junto al
capitán Hernández. La banda de música recorrió las principales calles de la
ciudad interpretando La Marsellesa y La Internacional,
entre los constantes aplausos del vecindario aglomerado en las aceras.
En la crónica periodística de la jornada
se insiste en que "el orden fue perfectísimo" en todo el día, no
registrándose ni el más mínimo incidente. Todos los servicios se
realizaron dentro de la más absoluta normalidad y los comercios permanecieron
abiertos, aun en aquellos lugares donde el gentío se agolpaba. "La
alegría popular fue indescriptible. Mujeres gijonesas de todas las clases
sociales -seguimos leyendo en el citado periódico-, pues en todas tiene
partidarias la naciente y gloriosa República española, lucían escarapelas o banderas con los
colores republicanos. Nuestras calles, aun las más distantes del centro de la
población, presentaban animado aspecto. La gente menuda las recorría cantando y
luciendo la bandera de la República. Y, en medio de tanto alborozo, de tanta
libertad, ni el más mínimo incidente desagradable".
El anónimo redactor se hace en este punto
una consideración reflexiva a propósito del cívico comportamiento de la
población: "¿Quiénes son las gentes de orden: éstas que ayer en medio del
mayor entusiasmo, sin el menor freno, dieron tal sensación de cordura, o las
que se vinieron llamando de orden mientras perseguían, encarcelaban y
arrancaban de sus hogares a los ciudadanos pacíficos por el solo delito de
tener un noble ideal? El Comité que por delegación de los diversos partidos
republicanos y socialistas se ha hecho cargo provisionalmente del Ayuntamiento
de Gijón, se complace en expresar su satisfacción por la cordura y sensatez con
que el pueblo ha tomado parte en el desarrollo de los acontecimientos y espera
del elevado espíritu de todos que continúen en la misma cívica actitud,
cooperando cada uno en la medida de sus fuerzas a la consolidación de la
naciente República española. Tan pronto como este Comité reciba las
instrucciones que espera del Gobierno de la República, se apresurará a
constituir el nuevo Ayuntamiento en la forma en que se le indique".
En Gijón la candidatura republicana había
logrado el 71 por ciento de los votos emitidos en las elecciones municipales
del 12 de abril. La erradicación del rótulo de la calle 14 de abril que vemos
en la imagen tuvo que ser muy desalentadora para esa mayoría de la población
que había cifrado en el nuevo régimen tantísimas expectativas. Por primera vez
en la historia de España, unas elecciones relativamente libres habían permitido
que la oligarquía y el caciquismo vieran amenazados sus privilegios. La bandera
tricolor despertó unas esperanzas desmesuradas entre las clases populares, pero
la instauración de la segunda República apenas alteró el equilibrio del poder
social y económico hasta entonces establecido. La defensas de la reacción
estaban preparadas en varios frentes partidarios y gozaban de consistente
fortaleza para repartirse su cometido e iniciar desde los primeros meses una un
laborioso y constante activismo desestabilizador, en el que las conspiraciones
golpistas dieron paso un primer intento contra el régimen a cargo del general
Sanjurjo, en agosto de 1932.
Portada de uno de los tres diarios locales
Al rey Alfonso XIII no se le había
arrojado -en palabras del escritor Ramón del Valle-Inclán- por
anticonstitucional, sino por ladrón. Era la cabeza visible de una monarquía
corrupta, culminada por una dictadura que no lo fue en menor medida. No abdicó
el monarca, se le dejó ir con una fortuna valorada en 85 millones de pesetas,
habiendo formado la Federación de Juventudes Socialistas en torno al Palacio
Real una barrera humana de militantes para proteger la marcha de la familia
real con destino al puerto de Cartagena.
El día en que esos cuatro soldados
arrancaron el rótulo del 14 de abril de una calle gijonesa, una nueva dictadura
se abría paso en España después de una cuarta guerra civil. El régimen
franquista hizo posible a su término la restauración de la monarquía borbónica
sin que la calle 14 de abril, con el nuevo Estado constitucional derivado de la
Transición de 1978, haya vuelto a nombrar en Gijón la memoria de aquella
efemérides, siquiera fuese como uno de los hechos históricos más celebrados sin
duda por su ciudadanía, como corresponde a lo que escribiera el poeta Antonio
Machado en recuerdo de esa fecha: "La República había venido por sus
cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un
régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen
profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turbó la paz de
aquellas horas. La República salía de las urnas acabada y perfecta, como
Minerva de la cabeza de Júpiter".
DdA, XV/4465
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