miércoles, 15 de abril de 2020

EL CORONAVIRUS, LA FIEBRE Y LOS PULMONES DEL PLANETA

Foto: José Luis Cano

Félix Población

La fotografía merece ser meditada con el mayor formato posible porque hace historia. Posiblemente desde los días más negros de la inmediata posguerra, cuando apenas circulaban vehículos, el aire de la capital de este reino en declive no ofreció nunca una imagen tan saludable como la que vemos, con la nitidez de las montañas nevadas de la sierra tan definida, al fondo de los rascacielos. 

La trágica paradoja es que esa pulcritud tan respirable del aire matritense es consecuencia del virus de la corona, caracterizado por dejar sin aire los pulmones de sus miles de víctimas. La lección que se debería desprender del aire limpio que se respira estas semanas en las grandes ciudades es muy sencilla: a pesar de todo lo que comporta el sistema, en esta muy grave crisis sanitaria ha primado la vida de los seres humanos sobre cualquier otro objetivo. 

Eso debería ser suficiente motivo para recapacitar en la importancia de los valores vitales de quienes habitamos este planeta, así como en la primordial y urgente necesidad de que esos valores nos obliguen de modo perentorio a combatir todo cuanto contribuya a poner en peligro la respiración de la Tierra, en la que ya se están dejando sentir desde hace tiempo síntomas de fiebre como producto del calentamiento global. 

El virus que ha dejado y está dejando sin aire los pulmones de nuestros ancianos podría ser toda una llamada de alerta y alarma. Es posible que nos la mande nuestro planeta herido para que reconsideremos sin más dilación, a la luz del aire limpio que han recuperado nuestras grandes ciudades y el acercamiento de la fauna salvaje a las calles y plazas de nuestros pueblos, que los trabajos y ocupaciones esenciales de la humanidad nunca deben estar por encima de sus valores vitales y los que mantienen la sostenibilidad del planeta que habitan. 

No esperemos a que nuestro planeta azul ingrese en la UCI porque, si eso ocurriera, es de temer que mucho antes lo paguemos muy caro como únicos responsables de ello.  Quizá nos falten entonces respiradores para darle aire al enfermo.



Es la primera vez en casi treinta años que el Himalaya se ha podido ver a una distancia de más de 160 kilómetros. Algo que no ocurría por causa de una contaminación  y que ahora se ha reducido debido al confinamiento, según recoge la CNN. Las más altas cumbres del planeta también respiran proclamando muy alto el mensaje más primordial para la salud de nuestro planeta humano: está en el aire y en el agua que nace en las montañas.

OTRA LECCIÓN



     DdA, XVI/4466    

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