Félix Población
Desde que los telediarios y demás informativos de las radios y televisiones públicas y privadas nos informa de la epidemia ocasionada en China por el coronavirus y sobre la que nos llegan cada día datos acerca del número de personas fallecidas y contagiadas, tengo la impresión de que no es tan descatable el número de enfermos que se han ido recuperando.
También se han hecho notar en ciertos programas y canales noticias acerca de posibles discriminaciones con los ciudadanos de aquella nacionalidad que residen en España, hasta el punto de hacer necesaria una llamada de atención por parte de los españoles ingresados en el hospital Gómez Ulla y que fueron trasladados a nuestro país desde China para ser sometidos a cuarentena, de la que han salido satisfactoriamente.
Me ha llamado la atención asimismo, a lo largo de todas estas semanas, la ausencia en nuestros medios de comunicación del representante del Gobierno de la República Popular China en el Reino de España, como si conocer y/o contrastar con su representante los datos oficiales facilitados desde su país no lo estimaran necesario los responsables de esos medios.
Acerca de esta cuestión se han dado informaciones en algunos casos que cuestionaban la transparencia del Gobierno de aquella república, hasta el punto -en alguna emisora, periódico o canal de televisión caracterizado por su indecencia profesional- de resultar totalmente grotescas por su sectarismo ideológico.
Me pregunto también si, durante tantos días de información diaria a cargo de la corresponsal de TVE, a esta periodista no se le ha ocurrido plantear una entrevista con algún responsable del Ministerio de Sanidad chino. No me creo que la opacidad de aquel Gobierno sea tanta -ante la gravedad del problema- como para hacer imposible esa interviú.
Como tampoco lo sería -sin que se de tampoco el caso- que el embajador chino en España -que por cierto se llama Lyn Fan- hubiese tenid0 una presencia mediática más activa, sobre todo si se duda o pretende aclarar las informaciones procedentes de Pekín o Beijing.
DdA, XVI/4407
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