Algunas calles y plazas de la ciudad de Oviedo registrarán estos días la involución que cabía esperar del decisivo concurso que la extrema derecha retrógrada tuvo, tras las últimas elecciones municipales, en la conformación del gobierno de una derecha radical en el Ayuntamiento. (Vox se acaba de negar a condenar el exterminio nazi en Auschwitz). Cada vez que la izquierda no hace sus deberes, se divide o juega a la contra de la unidad por intereses sectarios o electoralistas, el resultado es el que se dio no solo en la ciudad asturiana sino en la propia capital del Estado.
En la nota de prensa difundida por el Ayuntamiento de la citada localidad se dice que la concejalía de infraestructuras, en aplicación de una sentencia judicial que condenó a la anterior corporación, procederá a restituir los nombres de Yela Utrilla, General Yagüe, Fernández Ladreda y Marcos Peña Arroyo, que sustituirán los de Arquitectos Galán, Juan Benito Argüelles, Joaquín Costa y Lola Mateos, respectivamente.
Madrid y Oviedo representan dos lastimosos y deplorables casos de lo que el país se juega frente a una derecha trina, contagiada de la patología reaccionaria que inocularon casi cuarenta años de franquismo. Después de haber erradicado de la Plaza de la Escandalera los bancos multicolores en honor del colectivo LGTBI, el alcalde Canteli del Partido Popular y sus socios de Ciudadanos recuperan para el callejero ovetense esas viejas placas con la que la dictadura marcó el paso de los ovetenses durante el viejo régimen y unas cuantas décadas más, a modo de propina vergonzante, del que nombra la Constitución de 1978.
Esos nombres volverán a tener voz en la vida cotidiana de la ciudad a partir de los días 3 y 5 del próximo mes de febrero. Entre ellos se encuentra el del general Juan Yagüe Blanco, conocido por la historiografía internacional más respetada como el carnicero de Badajoz. Aparte de su papel en la brutal represión con la que se sofocó la llamada Revolución de Asturias en octubre de 1934, el entonces coronel Yagüe estuvo al mando durante la guerra incivil de la Columna de la Muerte, ganando con ello ese calificativo por la masacre que perpetró en la plaza de toros de la ciudad extremeña a mediados de agosto de 1936.
Es bastante conocida la respuesta que el coronel Yagüe dio al periodista norteamericano John T. Whitaker en una entrevista, cuando este le preguntó acerca de la matanza llevada a cabo en Badajoz, en referencia al número de víctimas ejecutadas: "Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar 4.000 rojos conmigo mientras mi columna avanzaba a contrarreloj? ?Suponía que iba a dejarlos sueltos a mi espalda para que volvieran a edificar una Badajoz roja?". Con tan efectivo currículum en méritos de guerra, el dictador ascendió a Yagüe a general de división y formó parte del gobierno como ministro del Aire, pasando después a ser nombrado teniente general, para ocupar en 1943 la jefatura de la VI región militar con sede en Burgos.
No menos recordado es lo que el coronel dijo acerca de su expeditiva metodología represora en octubre de 1937: "Al que resista, ya sabéis lo que tenéis que hacer: a la cárcel o al paredón, lo mismo da (risas y aplausos). Nosotros nos hemos propuesto redimiros y os redimiremos, queráis o no queráis. Necesitaros no os necesitamos para nada; elecciones, no volverá a haber jamás, ¿para qué queremos vuestros votos? Primero vamos a redimir a los del otro lado; vamos a imponerles nuestra civilización, ya que no quieren por las buenas, por las malas".
Es de tener en cuenta, ahora que Oviedo recupera el rótulo de una calle con el nombre del responsable de una criminal ejecutoria durante la Guerra de España, que la vieja plaza de Badajoz fue derribada cuando era presidente de la Junta de Extremadura el militante del Partido Socialista Obrero Español Rodríguez Ibarra, no fuera a ser que el coso taurino donde se mató a miles de republicanos se convirtiera en un lugar de la memoria democrática, como hubiera ocurrido en cualquier otro país que tuviera a honra esa memoria.
La ciudad sede del gobierno autonómico de Asturias volverá a llevar en los próximos días el nombre del general Yagüe en una de sus calles, algo que ni en Euskadi ni en Cataluña sería posible, según determina desde hace unos años la voz y los votos de la ciudadanía en aquellas comunidades. Quizá conviniera ilustrar sobre lo que comporta esa reposición en el callejero ovetense a los próximos Premios de Comunicación y Humanidades que visiten Oviedo, invitados por la Fundación Princesa de Asturias.
PS. "Creo que es el momento de aplicar la Ley de Memoria Histórica, dice Zapatero: Hay mayoría parlamentaria y Gobierno que la apoya
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