“El feminismo no es uno, sino que en su
composición puede ser comparado con una gota de mercurio que estalla y
se pluraliza, pero que guarda dentro de sí una composición que le
permite multiplicarse,
separarse y volver a unirse por medio de alianzas” (Sayak Valencia).
Alicia Población Brel
(Re(en)señas)
Periodista máster en Estudios Interdisciplinares de Género y doctora en ciencias jurídicas y sociales, Nuria Varela es también escritora experta en feminismo y violencia de género. Fue la primera directora de gabinete del Ministerio de Igualdad el año de su creación, 2008.
Este 2019 sacó lo que se podría decir que
es la continuación de su libro “Feminismo para principiantes”:
“Feminismo 4.0. La cuarta ola”. En este volumen se centra en un análisis
de las últimas teorías
y propuestas del movimiento político y social haciendo un breve repaso
cronológico del feminismo en sus primeras páginas y especial hincapié
del movimiento español en los últimos capítulos.
Entre las cosas que más destaca en el
libro, antes y después de explicar las diferentes ramas y teorías dentro
del movimiento feminista, es la necesidad de un “nosotras” frente a un
problema común:
“Fijar en el imaginario colectivo la soledad de las desobedientes,
incluso la rivalidad y competencia entre mujeres, ha sido una argucia
patriarcal combatida por el feminismo desde sus inicios. Es precisamente
cuando las mujeres comienzan a articular un “nosotras”,
femenino plural, cuando comienzan a organizarse y a tomar conciencia de
género, cuando aparece el feminismo como política y movimiento social,
aparece el feminismo como un proyecto colectivo y emancipador”.
Habla el libro sobre el feminismo radical y también lo define. Su connotación actualmente parece haber adoptado un cariz negativo, cuando el
nombre deriva del sentido marxista de tomar las cosas por la raíz y, en
este caso, ir
a la raíz misma de la opresión.
Entre otras muchas citas menciona a Silvia
Federicci y su libro “Calibán y la bruja”, afirmando que la caza de
brujas que se llevó a cabo entre los siglos XV y XVII fue una reacción
patriarcal contra
la independencia de las mujeres, solteras y viudas, es decir, las que
no se subordinaban a un hombre, la criminalización del aborto y el
rechazo general a las mujeres de más edad, entre otras razones por su
dependencia a las tierras comunales, dado que no
tenían acceso al trabajo remunerado. Con la privatización de las
tierras que auguraba la llegada del capitalismo las mujeres mayores
fueron las más penalizadas. En muchas ocasiones se habla de la
Inquisición, pero la mayoría de las sentencias de estas mujeres
las dictaron tribunales civiles.
Uno de los puntos más a tener en cuenta del
libro es cómo trata y analiza el sentido que se le da a la palabra
“género” y la importancia de la conceptualización en nuestro tiempo. Se
describe el género
como algo marcado por la influencia de la cultura en el comportamiento y
la caracterización de los sexos. Es decir, el sexo es biológico, el
género es cultural. El conflicto y la subordinación, como bien dice
Varela, surgen cuando sobre las diferencias se
construyen desigualdades.
Tras esta definición se podría hablar de
las tres grandes ramas, y de sus diferencias, dentro del feminismo. Por
un lado, el feminismo de la igualdad, que pretende librarse del género y
superarlo; el
feminismo de la diferencia, que directamente lo rechaza puesto que
utiliza como concepto pivote el de la diferencia sexual; y el
posfeminismo, feminismo queer y transfeminismo que quiere fluir entre
los géneros, que pueden ser tantos como personas. Frente
a estas ideas Varela recalca el peligro de desdibujar el concepto de
género sin haber llegado a una igualdad real entre hombres y mujeres. Lo
que no se nombra no existe. “Desdibujar las fronteras sin quemar los
puentes”, propone Rosi Braidotti.
No podemos renunciar a pensar
históricamente ni entrar en la confusión capitalista de creer que
nuestros deseos son también derechos. Por supuesto, en el libro no deja de
mencionar el tema de los vientres de alquiler, comparando el
“neolenguaje” de la novela de Orwell con el “neoderecho”, entendido como
el éxito de construir una aspiración
que, tras haberla normalizado y popularizado, se ha convertido en algo
legítimo. Analiza también el tema de la industria del sexo (femenino),
un apellido que -recalca- habitualmente eludimos, y la define
Kajsa Ekis Ekman: el sexo entre dos personas:
una quiere y otra no. Como el deseo está ausente el pago ocupa su
lugar. Varela cita el modelo sueco de 1998 como opción y solución al
sistema prostitucional.
Entrando en los últimos capítulos, la autora
señala que durante la Transición hubo cambios significativos a
favor de los derechos de las mujeres, pero que pese a todo la
Constitución del 78,
a día de hoy vigente, solo tuvo padres. Entre sus deficiencias está el
que no se tuviera en cuenta una norma elemental del Derecho que
establece que cuando se parte de una situación de desigualdad no se
puede dar un trato de igualdad. He aquí la diferencia
fundamental entre igualdad y equidad*.
Un libro necesario para entender la
realidad que vivimos y la Historia de la que venimos, con ánimo de
aprender hacia dónde debemos caminar y por qué debemos luchar para
llegar a un futuro que garantice
la igualdad real.
Feminismo 4.0. La cuarta ola.
Nuria Varela.
EDICIONES B, 2019.
*Según
la RAE: Equidad: Principio de justicia material que debe ponderarse en
la aplicación de las normas en atención a las circunstancias del caso.
DdA, XV/4364
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