David M. Rivas
Una
de las críticas más reiterativas a Greta Thunberg, aparte de que mejor
estaba en la escuela y no de escenario en escenario, algo que nadie
critica de otra niña como Leonor de Borbón, se refiere a que su opinión
no es importante. Dicen que la opinión importante es la de los
científicos y no la de una adolescente. ¡Qué hablen los científicos!,
gritan. ¡Vaya! Rachel Carson publicó “Primavera silenciosa” en 1962 y el
equipo del MIT dirigido por Meadows publicó en 1973 “Los límites del
crecimiento”. A partir de ahí no hubo año que no tuviera sus dos o tres
informes científicos sobre la necesidad de detener la locura
crecimientista a costa del medio ambiente y, en suma, del planeta. Y
hubo informes e investigaciones de físicos, de químicos, de biólogos, de economistas, de grupos de la más variada transdisciplinariedad.
También de las oficinas de la ONU, como UNESCO y PNUMA, de la UICN y de
las grandes organizaciones ecologistas internacionales,
como Amigos de la Tierra. Es decir: llevan los científicos contando lo
que estaba pasando desde hace más de cincuenta años. ¿Por qué la banda
antigreta no quiso escucharlos nunca?, ¿los van a escuchar ahora? No,
porque son los de siempre, sólo que ahora encuentran la vía de ensañarse
con una niña. Por cierto, los científicos participantes en la Cumbre
del Clima han cerrado filas con Greta Thunberg y resaltado que su lucha
ha calado en los más jóvenes y ha llevado a las más grandes
movilizaciones en defensa de la Tierra y de la humanidad.
DdA, XV/4363
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