Desde el Tiatordos
Lazarillo
Ya he pedido el libro de Pablo Batalla Cueto, uno de mis periodistas favoritos actualmente en Asturias, porque me parece que estamos ante una de esas obras que merecen especial atención, tanto por lo que trata -el montañismo- como por la singular perspectiva con que lo hace: su vindicación anticapitalista, lenta e ilustrada. Publicado por Ediciones Trea -magnífico el catálogo de novedades de esta editorial gijonesa-, La virtud en la montaña. Vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista se presenta esta tarde en la Casa del Libro de Gijón. Como adelanto de lo que nos espera a los lectores, me parecen muy interesantes las declaraciones que Batalla hace hoy en el diario La Voz de Asturias acerca de las razones que le movieron a escribir este libro:
-La
semilla fue una constatación que yo fui adquiriendo en vista de lo que
estaba sucediendo en mi entorno, que era que los clubes de montaña
estaban decayendo completamente, con cada vez menos integrantes,
miembros más mayores, más dificultades para garantizar el relevo
generacional y, sin embargo, al mismo tiempo había un mundo de carreras
de montaña, ultramaratones, trails que estaban en un auge tremendo,
doblando inscripciones cada año, dejando gente fuera, teniendo que
organizar sorteos para organizar plazas entre un número gigantesco de
personas que querían participar… yo veía eso como un cambio de
paradigma, no solo del montañismo, sino también relacionado con uno más
general, social. Eso me parece la
crisis de lo colectivo, de cualquier idea de colectividad, fraternidad y
su sustitución por formas de subjetivarse y comportarse que tienen que
ver con el capitalismo neoliberal y este individualismo competitivo que
nos hacen practicar en todos los órdenes de la vida.
-¿Se está convirtiendo el montañismo en un negocio y una competición, perdiendo su esencia de disfrute y observación?
-En
gran parte sí. El capitalismo coloniza todos los órdenes de la vida y
la sociedad. También lo está haciendo, para convertirlo en un negocio,
con el montañismo. Las carreras de montaña las utilizan desde las
compañías hidroeléctricas hasta los fabricantes de material de montaña
para publicitarse. Pero más que en un negocio, que también, el
capitalismo está convirtiendo el montañismo, a través de estas maneras
de practicarlo en una correa de transmisión de sus valores, tales como
el individualismo, la competición y el consumo.
Este Lazarillo no puede dejar sin destacar algo que Pablo señala a propósito de su afición montañera y las convicciones humanistas que hicieron sin duda posible el entendimiento de la montaña tal como lo desarrolla en su libro: "Me inició mi padre, que era muy aficionado. Ahora va menos de monte,
pero siempre le gustó llevarme desde que yo tenía cinco años a las
excursiones que él hacía. Además, después fui a un colegio público en el
que tuve uno de esos profesores que ya no existen, porque ya nadie
quiere adquirir ese compromiso y responsabilidad. Ese maestro nos
llevaba muchísimo de monte, de acampada, nos ponía a escalar… además
organizaba las excursiones de manera muy amena, ya que él hacía el
recorrido que iba a desarrollar con nosotros una semana antes e iba
dejando mensajes en botecitos de carrete fotográfico, y cuando nosotros
veíamos una señal, una cruz, sabíamos que teníamos que ponernos a
buscar. Cuando encontrábamos ese carrete era una alegría inmensa, porque
además el mensaje que contenía siempre era algo interesante, un
acertijo o una información útil sobre lo que estábamos viendo. Ese es el
montañismo de pararse, ver y reflexionar que yo reivindico". El montañismo de la vida, en suma.Demos nombre, Pablo, a la memoria de esos profesores.
DdA, XV/4367
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