martes, 3 de diciembre de 2019

A VICENTE DÍEZ FAIXAT LE PREOCUPA EL COLAPSO TOTAL DE GIJÓN

Félix Población

Elena G. Bandera, redactora del diario La Voz de Asturias, firma hoy en este periódico una interesante entrevista con el arquitecto Vicente Díez Faixat, que encabeza con una curiosa anécdota cuyo contenido podría remontarse a muchas más décadas atrás que la que el sucedido ya tiene: los avanes de excomunión de un grupo utrarreligioso en el Gijón de 1991 por una exposición del fotógrafo americano Robert Mapplethorpe. En la interviú, Díaz Faixat hace memoria del Gijón de su niñez, que compartimos, y de aquellos años sesenta y setenta del desarrollismo en los que la ciudad fue estudiada como desastre urbanístico en la Escuela de Arquitectura en Madrid, el centro en el que Vicente cursó su carrera. 

A Díaz Faixat debe Gijón el símbolo carismático que actualmente identifica a la villa, el Elogio del horizonte, la obra de Chillida ubicada en el promontorio de Santa Catalina sobre el mar -durante la alcaldía de Vicente Areces-, uno de los parajes preferidos de los gijoneses los días de sol, o al menos de Vicente y el que suscribe. Bajo El Elogio no solo se avista la mayor línea de horizonte que tienen los ojos de la ciudad, sino el más íntimo y susurrante latido del mar contra los cantiles. 

Como profesional preocupado por la deshumanización que están sufriendo las poblaciones de una cierta entidad y afectado sin duda por el historial urbanicida que ha soportado la nuestra en el pasado, Díaz Faixat apuesta por El Solarón verde de Gijón. En lugar de recargarse de más viviendas en el centro de la ciudad, lo valora como el gran parque gijonés, una suerte de extenso y boscoso espacio de ocio y naturaleza -al estilo de muchas ciudades europeas y algunas de nuestro país-, que contribuya a rescatar el sentido de lo común y la importancia de los lugares de encuentro. También sería un alivio contra la contaminada atmósfera que soporta aquella villa.

"La arquitectura -señala Vicente- se está convirtiendo en una aplicación de normas de obligado cumplimiento que cambian continuamente y que se están olvidando de la vida de las personas. Antes se abrían y cerraban ventanas para ventilar la casa, ahora por normativa tienes que tener automatizado el sistema de ventilación. Nos están llevando a encerrrarnos en nosotros mismos, a no oir el ruido de la calle y aislarnos". Grave asunto este último, de imprevisibles y posiblemente falatales consecuencias sociales.

En el manifiesto hecho público por la Plataforma El Solarón, sus autores recurrieron a Jovellanos para sustentar sus argumentos. Ya en 1782 se diseñó en ese lugar el primer parque público de la villa, al que se le llamó Paseo de La Estrella o Laberinto del Humedad. Ya tendría por lo tanto nombre esa especie de Central Park gijonés que los firmantes del manifiesto reivindican y que, en caso contrario, según Vicente, sería el próximo pelotazo urbanístico.

Le preocupa a este arquitecto gijonés que la ciudad haya experimentado un declive en los últimos ocho años, que llega a calificar de colpaso total, y confía en que a las jóvenes generaciones no les falte imaginación y pasión para que Gijón recupere su identidad. Para ello serían menester, como primer paso, corregir esa pirámide de población totalmente invertida que padece la ciudad. Toda una señal de alarma para la proyección de su porvenir.

                       DdA, XV/4355                

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