Félix Población
Hace unas fechas nos comunicaba Xulio García el fallecimiento de
Hélène Roger-Viollet
La familia había abandonado Monzón, en el valle del
Cinca, localidad en la que se casaron Mariano y Pilar, un obrero de Azucarera
Española y una costurera. Mariano Gracia participó en la colectivización de esa
empresa y era el encargado de hacer sonar la sirena de la fábrica en casos de
bombardeo. Cuando sonó el 20 de noviembre de 1937, el vecindario salió
corriendo despavorido hacia el campo. Fue en ese momento cuando Pilar encargó a
Antonio que regresara a casa a buscar un dedal. ¿Qué significado podría tener aquel
dedal para Pilar, por cuya búsqueda el mayor de los hijos posiblemente se libró
de la muerte? Las bombas hirieron de suma gravedad a su madre, al proteger con
su cuerpo el del pequeño Amadeo, pero la metralla segó su pie y la pierna de
Alicia, protegida a su vez por una vecina que también murió en el bombardeo.
Pilar solo sobreviviría dos semanas con el vientre destrozado. Murió en el
hospital de Lleida pidiendo que le dejaran tener al lado a sus hijos.
Ya en Barcelona, Mariano trabajó como jardinero en la
Fundación Negrín e internó a sus hijos en un centro de recuperación de La
Garriga. Allí se enteraron de la ocupación de Monzón por los facciosos en marzo
de 1938. Después, ante la inminente llegada de los sublevados a la ciudad
condal, iniciaron el camino del exilio hacia Ripoll y Coll d’Ares. Fue entonces
cuando Thomas Coll quiso prestarles
ayuda para que no separasen al padre de sus hijos, sin que pudiera evitarlo.
Los tres hermanos serán conducidos al castillo refugio de Caussade, mientras
Mariano fue internado en un campo de concentración, en el que fallecerá año y
medio después, víctimas de las penalidades de la reclusión y la tristeza. Amadeo
guardaba muy viva la memoria de la muerte de su padre: “Estábamos en un prado frente al castillo de Caussade, en la zona de Bergerac. Yo cazaba grillos o algo similar... Se acercó
mi hermano y me dijo: “Ya no verás nunca más a padre".
Antonio, Alicia y Amadeo regresarán en un vagón
infestado de piojos a Monzón, donde seguían viviendo sus abuelos. A Antonio lo
pusieron a trabajar de inmediato y Alicia y Amadeo pasaron doce años en un
orfelinato del Auxilio Social, donde fueron humillados y golpeados como hijos
de los vencidos. Pasaron allí mucha hambre y penuria, hasta que los
18 años Amadeo entró a trabajar en
Azucarera Española, de donde se jubiló como administrativo, ya en Madrid.
Los hermanos Gracia
sabían desde niños de la existencia de la fotografía que determinó su niñez
hasta matarla, pero guardaron silencio. Hablaron de ella en 1988 por boca del
mayor, Antonio. Un periódico catalán publicó una serie de reportajes sobre la
ocupación franquista en Cataluña. "Mi hermano la vio publicada y llamó a
la Redacción. Nosotros somos esos, les comunicó". Hasta entonces Amadeo se había negado a hablar de ese pasado a sus hijos,
pero la fotografía primero y las declaraciones de un diputado del Partido
Popular después, en las que calificaba un homenaje del Congreso a las víctimas
de la dictadura como revival de naftalina,
alteraron su punto de vista retrospectivo. Entendió que para hacer justicia hay
que contar la verdad. "Siempre que se habla de la guerra aparecen las
personalidades, los famosos..., pero ¿y
la gente común? Los que más la sufrimos, ¿dónde estamos?”.
El fallecido
Amadeo García Bamala, junto a su padre y sus hermanos, forman parte de esa
verdad que desde hace muchos años grita contra el olvido de aquellos españoles
del éxodo y el llanto -según escribiera el poeta León Felipe-, personalizados en esa fotografía de la periodista
francesa Hélène Roger Viollet.
DdA, XV/4332
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