martes, 8 de octubre de 2019

TRECE VERSOS DE AMOR DESMEMORIADO


Ana Cuevas

Ortega Smith es un cobarde. Es no sería tan grave si, además, no fuera un mentiroso capaz de vomitar su basura interna sobre la memoria de trece víctimas del fascismo. Miente porque quiere y porque puede. Porque aunque los archivos históricos y las propias sentencias contradicen sus perversas falacias, vivimos en Españistán, la tierra donde difamar e injuriar siempre les sale gratis a los mismos.
Los anti-demócratas como Smith y su coro de sombras se valen de las instituciones y de la libertad de expresión que tanto denostan para esparcir su odio y sus patrañas. Y tienen campo abonado en una ciudadanía cabreada porque nadie atiende sus auténticos problemas. Jalean a sus entrañas pero lo que no les cuentan es que, dándoles el voto, también se convertirán en sus víctimas. Apaleados y cornudos, que diría mi abuela.
La derecha de este país se ha calzado su traje de chulapo y se está viniendo arriba derrochando en alardes de burricie manifiesta. Que la verdad y el buen juicio no supongan un obstáculo en sus planes. Hay nivel.
En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, están que lo petan con esos dos personajes de polichinela que son el alcalde y la señora presidenta.  
Almeida, entrevistado por unos niños en un programa televisivo, ha creado algunos traumas infantiles al argumentar que era prioritario reconstruir Notre Dame a salvar el Amazonas. Se quedaron "to" locas las criaturicas. 
"Pero..- le contestó un pequeño visiblemente contrito- el Amazonas es el pulmón del mundo, lo necesitamos para respirar." 
A lo que el flamante alcalde respondió- "El Amazonas está muy lejos y Notre Dame en Europa. Nosotros somos europeos desde hace treinta años. Es un símbolo que debemos rescatar".
Vale. Procuren recordar la belleza de Notre Dame cuando los efectos del cambio climático se trague la bendita catedral y a tres cuartas partes de la humanidad de una tacada.
Y esa presidenta de sonrisa hierática y expresión ausente que muestra su preocupación porque ahora a los rojos nos de por quemar iglesias y conventos. Mire usted, mis intenciones son mucho peores. Tengo el abominable deseo de retirar cualquier ayuda o subvención a todas las religiones y cobrarles impuestos. Cerrarles el grifo y cobrar el IBI. ¡Eso sí que haría arder la Conferencia episcopal!.
Y mientras tanto, los mismos descerebrados y violentos ultraderechistas que intentan boicotear la película de Amenabar (Mientras dure la guerra) soltando gritos de exaltación del franquismo en las salas donde ha sido estrenada, custodian la tumba de Paquito.
En  las últimas horas se especula con la posibilidad de sacarlo del Valle volando con un helicóptero para evitar a las hordas franquistas que se van a congregar allí. Y digo yo, ¿no sería más lógico detener a los alborotadores? ¿Aplicarles la ley con la misma dureza que se aplica a los separatistas?
¿Es que alguien tiene dudas de que estos tíos son golpistas?
Yo soy española y, por ende, amante del esperpento. Se especula con la posibilidad de que las recientes riadas podrían haber afectado a la tumba del dictador y que, ¡abracadabra!, cuando se levante la losa no se encuentre ni rastro del amigo.
Sería un broche de oro que al final, la mojama del tipo que ha matado más españoles en toda nuestra cruenta historia, acabara en las cloacas enredado entre toallitas higiénicas y truños tan podridos como su negra alma.
Un poco de justicia poética en nombre de nuestras trece rosas. Nuestros trece versos.
                 DdA, XV/4299            

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