viernes, 11 de octubre de 2019

NERVIOSISMO EN LA SALA DE MANDO DEL IBEX


Alejandro Álvarez

Desde que la IU de Anguita sobrepasó los 2,5 millones de votos y estaba en situación de condicionar el gobierno de González no se habían vivido momentos de nerviosismo en la sala de mando del régimen. Pero en aquel momento la inquietud duró bastante poco porque allí estaba Pujol, que, por un mísero 3%, contribuyó a salvar la situación, devolviendo la tranquilidad a los inquietos señores del poder.
Durante los últimos meses, sin embargo, la intranquilidad volvió a la sala de mando donde se corta el bacalao del poder y adquirió dimensiones desconocidas allí. Algo volvía a perturbar, pero con más fuerza y durante más tiempo, su descanso y sus siestas: un partido que se atrevía a cuestionar parte de sus privilegios (y lo decía a voz en grito, ¡qué osadía!) pretendía con todo descaro entrar en el gobierno de la nación entera y condicionarlo. El estado de desasosiego les llevó a perder cualquier prudencia y, contra lo que esta aconseja, salieron en tromba a la palestra para lanzar avisos a sus hombres en la sala de máquinas (Sánchez, Casado, Rivera, Abascal) para que no desviaran el rumbo que venía trazado desde el 77: primero Ana Patricia Botín notificó que era conveniente un acuerdo entre PSOE y C,s; luego, cuando Rivera (el hijo del IBEX35) desobedeció (¡uy, qué caro le va a salir!), la CEOE dio instrucciones a Pedro Sánchez (verbalizadas por Carmen Calvo) de que, si no había más remedio que meterlos, descafeinase a los osados de UP y no los aceptase ni en ministerios de Estado ni en Hacienda o Trabajo (en el meollo, vamos), y, para remachar, el Círculo de Empresarios avisó de los graves peligros que implicaría para la economía (léase sus intereses) la entrada de UP en el gobierno. Conocido lo manifiesto y publicado no hay que esforzarse mucho para deducir cómo y cuándo fueron las presiones más directas.
El que tenía la mejor posición en la sala de máquinas, Pedro Sánchez, supo desde el principio que tenía que obedecer las directrices que emanaban de la sala de mando del régimen para mantener el rumbo que le dictaban. Pero necesitaba simular un proceso de negociación con UP, simulación necesaria para engañar a parte de los suyos y conseguir que no se enfadaran los que habían gritado aquello de “con Rivera no”. Ese falso proceso negociador duró varios meses: entre abril y mayo, silencio; desde mayo a julio, dilación y propuestas trampa –“gobierno en solitario”, “gobierno de cooperación”, “gobierno con personas del entorno”, “escollo de Iglesias”, “gobierno de coalición” con sillas vacías de contenido, etc.-. Todo ello para engañar a unos y tranquilizar el nerviosismo de quienes tenían el mando (IBEX35, CEOE, etc.), a los que informaba puntualmente (reuniones “secretas” luego conocidas) de que sus consejos no caían en tierra baldía pues él, Sánchez, se había olvidado ya de aquella consigna (“somos la izquierda”) destinada a reconquistar la secretaría general contra Susana Díaz y escuchaba, obediente, los consejos que le llegaban de la sala de mando. En septiembre, una vez abortada la pretensión de Unidas Podemos y convocadas elecciones, quienes dirigían el cotarro recuperaron el sueño (“los empresarios ya pueden dormir tranquilos”, dijo el jefe de el Círculo de Empresarios) y Sánchez se liberó de aquella desazón que no le dejaría dormir si hubiera tenido ministros de Unidas Podemos en el gobierno.
Ahora bien, ¿qué pasaría en las mentes y en los ánimos de quienes no están dispuestos a dejar que sigan al timón los señores del IBEX35, la CEOE o el Círculo Empresarial, si el 11N nos levantáramos con un resultado que volviese a llenar de inquietud la sala de mando? Si UP mantiene su posición y el tándem PSOE-C,s ya no suma –harto previsible- se les “cortaría el vacilón” y la tranquilidad a Ana Patricia Botín (IBEX), Antonio Garamendi (CEOE) y Jhon de Zilueta (Círculo de Empresarios). Y estoy seguro de que varios millones de españoles sentirían no poca satisfacción pensando que la noche anterior esos tres y otros cuantos se la habrían pasado mordiéndose las uñas y pensando en cómo justificar la siguiente jugada. Ciertamente ya la tienen diseñada y fue verbalizada por González y Rajoy hace unos días: la gran coalición PSOE-PP. Pero tener que llegar a eso no les gustaría porque entonces el juego de la alternancia se acabaría y sería un peligro que no quisieran correr porque las cartas quedarían muy al descubierto y es un peligro que la ciudadanía las conozca.
¿A que resulta tentador ponerlos en esa situación? Pues a por ello.

                              DdA, XV/4302                               

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