Alejandro Álvarez
Sánchez anda desnortado por culpa del tacticismo de Redondo, un
tacticismo que apunta al fracaso. Y la falta de una estrategia clara,
así como la pérdida de orientación política (es lo que tienen ponerse en
manos de un mercenario) le están generando a Sánchez un estrés que lo
lleva a mirar un día a la derecha y otro a la izquierda (con el peligro
de dislocarse el cuello), dependiendo de lo que le diga su asesor áulico
a partir de los datos que cada día recolecta en su despacho de Moncloa.
Hace no mucho, Redondo debió de asegurarle a Sánchez que la
apuesta por Errejón sería valiosa para sus intereses y él, sin criterio
propio, apoyó con halagos al pupilo de Carmena. Pero ahora los datos
deben decirle a Ivancito que los votantes de Unidos Podemos se resisten a
cambiar de palo y que Más País (¿qué será eso de Más País?) a quién más
votos puede robar es al PSOE. Y mientras hace unos días Sánchez decía
que “hay diferencias muy notables de cómo entienden la política Errejón e
Iglesias” (y alababa que Errejón ofreciese los votos gratis a Gabilondo
en Madrid para que llegase a un acuerdo con C,s), ayer mandó a Adriana
Lastra ponerse dura con Errejón, y ella, sin masticarlo, soltó sobre él:
“Forma parte del lío de Podemos… Son dos fundadores del partido que se
pelean. Son gente [a la] que solo le interesa el poder y poco cómo
favorecer el interés de las personas”. ¿En qué quedamos? ¿No es para
quedarse ojiplático?
Por otra parte, hace también pocos días, a
Redondo debió de parecerle muy buena idea para conquistar a la “España
cautelosa” un lema tan aznarista y de VOX como “Ahora, España” (recordad
que el lema coincide con uno de la Fundación Franco), acompañado de la
amenaza de aplicar el 155 en Cataluña a nada que los independentistas se
atrevieran a mirarle de frente. Debió de pensar en aquel momento que
para debilitar a Unidas Podemos ya estaba Errejón y, por tanto, su
cliente Pedro debía centrarse en lograr los votos del extremo centro de
C,s. Pero los datos deben de decirle ahora a Iván que aquella táctica no
estaba siendo productiva pues, además de que Errejón le robaba votos al
PSOE, UP seguía manteniendo o mejorando su posición. Y entonces el
asesor áulico lanzó a Sánchez a la arena durante el fin de semana para
robar el programa de Unidas Podemos, y, cargado con un saco de promesas
destinadas a seducir (¿“embaucar”?) a los votantes de la izquierda que
se le estaban yendo, sacó del mismo ofertas sobre las pensiones, las
reformas, los alquileres, el salario mínimo,… El problema es que unos
votantes, los del “extremo centro” de C,s, estaban todavía digiriendo
aquel lema tan atractivo para ellos y este nuevo plato que les sirvió
Sánchez les revolvió un poco el estómago, dejándolos empachados; y otros
votantes, los de izquierdas, no habían superado todavía las náuseas que
les produjo aquella embestida anzariano/franquista del lema y el 155, y
esta nueva ración no pueden tragarla de ninguna de las maneras.
En unos días veremos la sentencia del “Procés” y entonces Redondo
Sánchez tendrá (y aprovechará) otra ocasión para servir otra gran
bandeja llena de patriotismo rancio. Y luego, vendrá otra de
izquierdismo falso. Yo lo veréis.
Hace años dijo Lola Flores,
dirigiéndose a aquella multitud que la vitoreaba y le deslucía la boda
de Lolita: “Si me queréis, irse”. Hoy habría que recomendar a la
ciudadanía: “Si queréis a Pedrito, no le votéis. Libradlo de ser el
pelele de Redondo”. Un hombre que carece de criterio propio y tiene que
seguir siempre el que le dictan, “nunca vive en deliçio”, es decir,
contento, como dijo hace ya cinco siglos Areúsa, la inteligente pupila
de Celestina. Así que no votar a Sánchez está convirtiéndose en una
opción virtuosa, casi en una iniciativa liberadora para el pobre
Pedrito.
DdA, XV/4300
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