Alejandro Álvarez
Cualquier observador objetivo dirá que los ejes esenciales del
régimen del 78 (modelo económico, monarquía, bipartidismo,…) sufren una
crisis de la que no se sabe todavía el desenlace, pero en la que sí se
ven con claridad los movimientos fundamentales de los diversos actores
que pretenden salvar y recomponer esos ejes del régimen. Es la virtud
que tienen estas situaciones de cambios y de inestabilidad: permiten ver
con más nitidez las posiciones en el tablero político, pues cuando las
aguas se mueven se puede ver con más claridad la dirección del río y es
más difícil mantener el engaño sobre el sentido de la marcha que lleva
la barca que cada uno conduce.
Es lo que le está pasando ahora a
Pedro Sánchez, aquel que recuperó la secretaría general del PSOE
podemizándose al grito de “Somos la izquierda”. Aquella estrategia,
dirigida por su gurú, Iván Redondo, tenía una finalidad bien clara:
seducir a la afiliación que veía con muy malos ojos el felipismo
reencarnado en el susanismo. Y le dio resultado. Luego, tras el regalo
de la investidura contra Rajoy que le hicieron Unidas Podemos y Pablo
Iglesias, a Sánchez comenzaron a vérsele pronto los elementos centrales
de lo que serían sus objetivos políticos fundamentales: acabar con
Unidas Podemos o, al menos, reducirla a una dimensión irrelevante
políticamente, y recomponer el régimen del 78. Para ello Iván Redondo
(ex-asesor de Albiol o Monago), le recomendó mantener las apariencias en
el discurso: mostrarse como de izquierdas y tender puentes con quienes
habían votado a Unidas Podemos para atraerlos de nuevo a la casa madre,
el PSOE. Entre tanto, sin embargo, iba olvidando aspectos políticos
importantes que había negociado con Unidas Podemos (ley mordaza, reforma
laboral, impuestos a los ricos, lista de defraudadores, listado de
inmatriculaciones, vivienda y alquileres, actualización de pensiones con
el IPC por ley…), olvidos o abandonos que reflejan muy bien qué
intereses defiende. Estas contradicciones, no obstante, las fue
soslayando sin dificultad con la ayuda de los medios de comunicación,
que las orillaban o las olvidaban, y con la pantomima de la negociación
en la que llamaba “socio preferente” a UP, mientras se dirigía
prioritariamente a PP y C,s.
La estrategia destinada al engaño de
una parte de los electores de UP funcionó en las elecciones de abril y
mayo, y el PSOE dio un buen bocado electoral a Unidas Podemos. Todo le
indicaba al tándem Redondo-Sánchez que, con el apoyo del IBEX35, CEOE y
demás poderes, una tercera ronda electoral (y si se añadía a Errejón,
mejor aún) sería suficiente para lograr el objetivo de “liquidar” el
peligro que suponía Unidas Podemos para él y para los poderes
económicos. Además, el tándem de Moncloa seguramente pensó que con la
previsible situación de tensión en Cataluña, el miedo y la inestabilidad
favorecerían el voto al PSOE. Contaban, asimismo, con que la pantomima
de la negociación, que solo pretendía “culpabilizar” a UP del fracaso de
la formación de un gobierno progresista, conseguiría su propósito. Y la
maquinaria para acabar con Unidas Podemos y con Pablo Iglesias se puso a
funcionar a pleno rendimiento.
Acabar con la izquierda para
poder competir con la derecha fue la nueva estrategia. Y para ello
derechizó el mensaje (“Ahora, España”) para disputar el mismo espacio en
el que se mueven PP, C,s y VBOX y, sobre todo, fue olvidando las
propuestas que pueden molestar a la CEOE, el IBEX35, o el Círculo de
Empresarios. Ello explica los cambios de posición sobre aspectos muy
importantes y muy clarificadores de la posición política que se asume:
los impuestos a los ricos, la reforma laboral, la regulación de las
pensiones por ley según IPC, la ley mordaza, la regulación de
alquileres, la lista de defraudadores, los bienes inmatriculados por la
Iglesia, etc.
Hay, seguramente, dos motivos para explicar esa
deriva derechizadora de Sánchez: por un lado, porque el PSOE no quiere
quitar el sueño a los señores de la CEOE, del IBEX35 o del Círculo de
Empresarios; por otro, porque los votantes de Unidas Podemos se muestran
más resistentes de lo que pensaba el tándem Redondo-Sánchez y
seguramente habrá que pensar en una coalición con el PP si Ciudadanos se
hunde, hipótesis harto probable. Entre tanto, los medios del sistema
siguen alimentando el miedo, la inseguridad y el aturdimiento para
movilizar la “España cautelosa” y para que luego sea más fácil hacerles
digerible a los votantes del PSOE la solución de la “grosse” coalición
con el PP si fuera necesaria. Lo harán “por responsabilidad de Estado” y
“por el bien de España y de los españoles”.
DdA, XV/4313
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