jueves, 24 de octubre de 2019

EL BANCO DEL POETA

Yo no le puesto título a esta imagen. Ha sido Victorino, el fotógrafo errante de los cielos de otoño, que aprendió a mirar una vez desde aquella primera cámara que le diera un maestro en ese arte del instante efímero. El banco del poeta llama al verso susurrado, por no agraviar la voz sutil del campo, el soplo de la brisa o el gorgoriteo de los pájaros. Sobre ese asiento, entre la yerba alta, lo que cabe, en efecto -como más preciada dignidad que lo colme-, además de la de la charla larga y relajada de los campesinos antiguos, es la silente artesanía de la escritura a mano de un poema en un viejo cuaderno y su ulterior sonido, abierto al aire húmedo que dejaron las lluvias. Ha sido Victorino el que ha dado a la dimensión de su mirada la pertinencia del nombre que le procura la imagen. Por eso apetezco ahora la búsqueda de ese banco en Morille (Salamanca) para darle contenido con los versos de los poetas que acompañan mi vida.- Lazarillo

                       DdA, XV/4317                       

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