jueves, 3 de octubre de 2019

CUANDO MUERE UNA LENGUA, LA HUMANIDAD SE EMPOBRECE

Lazarillo

Mi estimado colega el escritor ovetense Luis Arias Argüelles-Meres acaba de comunicarnos el fallecimiento a los 93 años de edad del poeta y filósofo mexicano Miguel León-Portilla, y también ha tenido el acierto de insertar uno de sus poemas, que creo que por su contenido puede servir de réplica a la imagen de esas cinco vallas que la derecha cerril asturiana -avivada por la extrema derecha renaciente- ha plantado en aquella región, para sonrojo de la inteligencia y sombría remememoración de la aversión que la dictadura tuvo a todas las lenguas que no fueran la castellana, y que, para dicha y riqueza de nuestro patrimonio cultural,  se siguen hablando en España. El poeta dice que cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece: 


Cuando muere una lengua
las cosas divinas,
estrellas, sol y luna;
las cosas humanas,
pensar y sentir,
no se reflejan ya
en ese espejo.

Cuando muere una lengua
todo lo que hay en el mundo,
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, ni pronuncian
con atisbos y sonidos
que no existen ya.

Cuando muere una lengua
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta,
un asomarse
de modo distinto
a cuanto es ser y vida en la tierra.

Cuando muere una lengua,
sus palabras de amor,
entonación de dolor y querencia,
tal vez viejos cantos,
relatos, discursos, plegarias,
nadie, cual fueron,
alcanzará a repetir.

Cuando muere una lengua,
ya muchas han muerto
y muchas pueden morir.
Espejos para siempre quebrados,
sombra de voces
para siempre acalladas:
la humanidad se empobrece.


               DdA, XV/4294             

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