Enma Álvarez
Cuando se empeñan en disfrazar, en adornar el envoltorio escondiendo 
el contenido, solo pueden engañan a las personas que no analizan todo el
 continente. La elección de la Reina y de las Damas de las fiestas tenía
 como objetivo, durante un año, concederles el privilegio de presidir 
las fiestas y otros eventos de forma honorífica y figurada. Hoy en día 
varios son los aspectos que son cuestionados, entre ellos la elección, 
es decir, quiénes y cómo eligen, a quién eligen y qué se valora; los 
actos en los que participan, si son educativos y promueven valores 
democráticos y de compromiso social; y la igualdad, ya que para que sea 
un acto que promueve la igualdad debería, poner a los sujetos a quienes 
elige en situación paritaria.
    
                                                
                        
Quienes entendemos que en democracia el 
reinado no es la opción elegida o preferida, el nombre tampoco tendría 
mucho sentido, sino que sería más educativo utilizar otro nombre 
vinculado al servicio y al interés general con una opción de compromiso 
con las personas que tienen más dificultades y desventajas y 
reivindicando el esfuerzo para mejorar y promover el cambio social para 
un futuro mejor para todas y todos. La Reina y Damas de San Mateo, esa 
figura que cosifica a la mujer, que la expone como simple objeto o 
adorno lo pueden querer disfrazar y vender como una imagen distinta 
desde la pena, desde la enfermedad superada pero lo único que se 
consigue es seguir con una tradición arcaica que no se adecúa a los 
tiempos, a la sociedad y a la mujer del siglo XXI. Si se quiere dar un 
homenaje a estas personas hay que cambiar el nombre; no son Reinas, ni 
Damas. Una Reina y unas Damas de una fiesta nada tiene que ver con un 
homenaje a unas personas por sus méritos. Y sí es un reconocimiento en 
nombre de la igualdad también tiene que incluir a los hombres. Nada que 
decir en contra de las mujeres capaces de luchar, de no rendirse ante 
las adversidades de la vida, todo nuestro reconocimiento y apoyo. Para 
ello se les puede hacer un homenaje público a todas y todos los que han 
vencido esos obstáculos. Se les puede y se les debe apoyar con una 
sanidad pública de calidad, eficiente y rápida. Con una educación 
pública inclusiva y con todos los medios (sin recortes) necesarios para 
que así sea. Hay muchas fórmulas desde el Ayuntamiento, desde las 
instituciones que ayudarían a estas personas en su lucha. Todo lo que no
 se está haciendo desde este Ayuntamiento. Nada tiene que ver el ser 
Reina, y Damas con lo que nos quieren vender desde la caridad, desde el 
machismo paternalista y la exhibición. Esta sociedad no necesita Reinas.
 No necesita Damas. Necesitamos igualdad, respeto. Mujeres valientes, 
que sean valoradas por lo que son, sin envoltorios de celofán. La Reina y
 Damas en las fiestas de San Mateo nos hace retroceder a esas fiestas 
donde el mejor decorado es el cuerpo de la mujer, el objeto y no el 
sujeto. No, no valen disculpas de méritos, ni obstáculos superados para 
recuperar una figura trasnochada, rancia, y que denigra a la mujer.
La Voz de Asturias/ DdA, XV/4280 

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