
Por su brevedad y concreción, no me resisto a republicar el artículo que en su edición de hoy publica eldiario.es sobre el ahijado de la madrina Carmena. Lo firma Montero Glez y entre otras cosas afirma que para Errejón la democracia es una mercancía que vende barata y, por esa misma razón, el Canal Único de Información lo mima en extremo. De momento, gracias a su concurso y al de su madrina política, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid vuelven a ser gobernados por la derecha con la inestimable y me temo que decisiva colaboración de la extrama derecha. Podría ser el preludio de lo que nos espera en España si en unas venideras elecciones -que no tienen por qué ser las posibles en noviembre-, don Íñigo se empeña en seguir restando mientras España Suma:
Montero Glez
Cuando la política es
mercancía, la expresión discursiva de los que ambicionan el poder se
mueve hacia el centro. Es lo más eficaz para conseguir votos que luego
se canjearán por dinero en el mercado de la democracia. Sí.
Un
claro ejemplo de mudanza hacia el centro la tenemos en Íñigo Errejón,
quien lleva tiempo haciendo méritos para acabar de secretario general
del PSOE, por no poner otro cargo más a la derecha. Bien mirado, nunca
mereció otro destino.
Porque con Íñigo Errejón, el neocapitalismo engrasa su
piel de cordero; un traje a medida, de guay, populista y transversal,
para quien es capaz de montar un partido político como si fuera un
quiosco de helados al centro de la playa, que es donde más se vende.
Sólo hay que escucharlo pregonar el rico bombón helado. Es fácil
percibir la trampa, el engaño, cada vez que abre la boca. Bajo la
superficie de su discurso, subyacen agujeros que quedan al descubierto
cuanto más intenta taparlos. Se trata de un discurso peligroso, el suyo,
donde la palabra "orden" siempre está presente. No puede desprenderse
de ella, lo que revela que no es otra cosa que un chico de reglas fijas,
capaz de aceptar jerarquías siempre y cuando su cabeza sea la primera
de la fila.
Hablando mucho -y diciendo nada- consigue
que el receptor caiga en una especie de hipnosis provocada por conceptos
abstractos que quedan muy lejos del común de los mortales, es decir,
del panadero, del charcutero, de la peluquera o del ciego que vende
cupones en la esquina. Tal vez sea por eso que, cada vez que ha tenido
ocasión, ha manifestado su envidia en forma de deslealtad hacia los
compañeros que saben conectar con el pueblo llano.
La
democracia es una mercancía que Íñigo Errejón vende barata. Por lo
mismo, el Canal Único de Información mima a Íñigo. De esta manera, el
chico se ha convertido en un producto más que los dueños de las hambres
utilizan como soporte para vender piel de cordero. Sin duda, entre sus
valías más destacables está la de haber entregado el poder institucional
a la derecha, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid.
Por ello va a ser premiado. Tiempo al tiempo. Mientras tanto, Íñigo
Errejón calienta en el banquillo haciendo lo que se hace en estos casos:
méritos.
DdA, XV/4250
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