miércoles, 21 de agosto de 2019

LEÓN FELIPE: YO ME VOY A CRECER CON LOS MUERTOS


«He andado perdido por el mundo pidiendo pan y luz.
¡Y el sol es pan y luz!…»

LF

«Me voy porque la tierra y el pan y la luz ya no son míos»

Volveré mañana en el corcel del Viento.
Volveré. Y cuando vuelva, vosotros os estaréis yendo:
Vosotros los alcabaleros de la muerte, los centuriones en acecho
bajo la gran ojiva de la puerta,
los constructores de ataúdes que al medir el cuerpo
amarillo de los que se van, con la cinta de metro y medio
de los alfayates, decís siempre: ¡Cómo crecen los muertos!
¡Oh, sí! Los muertos crecen. El último traje que se hicieron
al amortajarlos ya les viene pequeño.
Crecen. Y apenas los entierran, rompen los tablones de pino
y los catafalcos de acero;
crecen después en la tumba, fuera de la caja, abren la tierra
como las semillas del centeno
y ya, bajo el sol y la lluvia, en el aire, sueltos,
y sin raíces, siguen y siguen creciendo.
Yo me voy a crecer con los muertos.
Volveré mañana en el corcel del Viento.
Volveré, ¡Y volveré crecido! Entonces vosotros
que os estaréis yendo,
no me conoceréis. Mas cuando nos crucemos
en el puente, yo os diré con la mano:
¡Adiós, alcabaleros,
centuriones,
sepultureros!…
A crecer, a crecer,
a la tierra otra vez…
al agua,
al sol,
al Viento… al Viento…
¡Otra vez al Viento!


León Felipe

De: «Ganarás la luz» –  XXI – 1943
Recogido en “León Felipe – Poesías Completas”
Colección Visor de Poesía – 2010©
ISBN: 978-84-98-95-766-2

Felipe Camino Galicia de la Rosa nació el 11 de abril de 1884, en Tábara, Zamora.
Encuadrado en la Generación del 27, escribió además algunas obras de teatro y es conocido a nivel mundial por haber sido traductor de la obra de Walt Withman.
Murió en el exilio en Ciudad de México, el 18 de septiembre de 1968.

1 comentario:

Alfonso Blanco dijo...

Gracias por la difusión. Sobre el corcel del viento vuelve, León Felipe.
Me anima indescriptiblemente en la adversidad.
Después de la derrota, creceremos ya muertos. Su victoria les sabrà amarga: en la insolencia de la soberbia, la soledad de la cuenta del vacío. Que reclamen luego...

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