domingo, 21 de julio de 2019

¿PUEDE HABER ACUERDOS ENTRE UN PARTIDO DE IZQUIERDA Y OTRO EMPUJADO DESDE EL IBEX?


 
Alejandro Álvarez

Vengo diciendo que Sánchez y el PSOE están trabajándose concienzudamente que no haya acuerdo con Unidas Podemos. Y no por inquina, lo juro, sino por reflexión.
Primero el PSOE planteó un gobierno monocolor suyo y que lo apoyara Unidas Podemos. A la propuesta de Pablo Iglesias de gobierno de coalición él planteó de colaboración, un eufemismo de lo anterior; luego habló de que podía haber independientes en la órbita de Podemos en puestos intermedios de la administración; y por último, al ver la constante exigencia de Iglesias de que el gobierno debía ser de coalición, aprobó en su ejecutiva una propuesta que seguía apostando por gobierno monocolor y luego cambió y pensó que si lanzaba el órdago público de excluir (incomprensiblemente) del Gobierno a Iglesias (véase lo que sucede en Europa con los gobiernos de coalición y se comprenderá lo de exclusión incomprensible), este se negaría a aceptarlo, no sólo por orgullo personal sino por defensa de su fuerza política, a la que se pretende encabezar. Y ahí tendría el argumento para la ruptura y para el descrédito de Iglesias: sólo le interesa el sillón y no el programa y los españoles, etc. Lo visto.
Desde la convicción de que Iglesias no aceptaría, a Sánchez y a sus ministras se les calentó la boca en la oferta diciendo que si él se apartaba desaparecía el escollo y Unidas Podemos tendría ministros en el gobierno que, según dijo la vicepresidenta Calvo, podrían ser propuestos por Unidas Podemos. El sinsentido de esta propuesta, de lo que hablé ayer, sólo me lo explico o por el miedo de Sánchez a verse nublado con Iglesias en el gobierno pues lo considera un líder fuerte, valiente e inteligente (un peligro para Sánchez) o con una intención a medio plazo: invisibilizarlo para reducir su peso político y acabar librándose de él en el futuro (o las dos cosas a la vez).
Pero la decisión de Pablo Iglesias de apartarse para que se constituyera un «gobierno de coalición de izquierdas que asuma que los derechos sociales deben ser el eje de la acción de gobierno» los pilló en paños menores. Y entonces, a toda prisa y «comme d'habitude» salieron apresuradamente a decir que dónde habían dicho Diego, querían decir digo. Y volvimos a la casilla de salida, como si no hubiera pasado nada. Y ellos, los del PSOE, dicen ahora, sólo 24 horas después, que no se sienten obligados a nada tras la decisión de Iglesias, porque es el presidente el que forma gobierno (en todos los gobiernos de coalición los partidos que apoyan proponen a los suyos, aunque formalmente el presidente los nombre). Y que antes hay que hablar de programa y luego de nombres y que, evidentemente, «no admitirán ninguna imposición» -Adriana dixit-. Lo de primero programa no sería extraño sino lo normal si no se planteara por parte del PSOE como una artimaña: si se llega a un acuerdo de programa (lo veo difícil y luego lo explicaré) Sánchez exigirá elegir los ministros, como ya han dicho Ábalos y Adriana Lastra (¿a quiénes, con qué intención?,...), y si Unidas Podemos no acepta la imposición se volverá al discurso de que es al presidente a quien corresponde y que lo importante no es el nombre sino que sean gente preparada y capaces (eso repiten como loros dirigentes como Sánchez, Calvo, Ábalos y Adriana, y sería el presidente el dictaminador de esa «capacidad») y que no aceptar sería pensar en personalismos y en no en el programa que se va a llevar a cabo y en los españoles que necesitan soluciones a sus problemas y blablabla, blablabla.
¿Podrá llegarse a un acuerdo de gobierno? Tengo muchas dudas. Y no por inquina hacia el PSOE sino por una desconfianza asentada en los hechos. Por un lado, hay una práctica histórica de incumplimientos por parte de ese partido que casi obliga a uno a no fiarse para no sentir después de nuevo la frustración del engaño. Pero quedemos sólo en Pedro Sánchez. Sus declaraciones sobre lo que iba a hacer cuando llegara al gobierno (reforma laboral, impuestos, ley mordaza, inmigración, publicación lista defraudados, .... y bastantes aspectos más) contrastan tanto, ya no ya con los hechos sino incluso con las declaraciones sobre esos mismos aspectos, que es difícil que pensar que van a firmar un acuerdo sobre papel con esos aspectos para formar gobierno con personas que estarán en él vigilando para que se cumplan. Y no veo yo a Sánchez y al PSOE firmando que van a subir los impuestos a los ricos (su propuesta Unidas Podemos deja eso fuera), que van a derogar la reforma laboral (ya ha dicho la ministra que no), que van a hacer una ley de vivienda que limite subidas de alquileres y proporcione vivienda social para los necesitados, que limitarán los beneficios de las eléctricas con una ley que imponga beneficios a los pobres (¿se imaginan la reacción de Felipe González y sus compañeros de partido que cobran sustanciosos sueldos de esas empresas?). ¿Se imaginan a Sánchez firmando algo contrario al recorte de 7000 millones de euros que le exige la UE? La lista es bastante más larga pero suficiente.
Por otra parte, ¿estará Unidas Podemos dispuesta a rebajar tanto su programa como para frustrar y desencantar a buena parte de los 3,74 millones de sus votantes? Porque esa sería una apuesta absolutamente errónea, y un triunfo claro para el PSOE, pues en el futuro abandonarían parte de sus votantes a Unidas Podemos y volverían al PSOE (para ese viaje no han cambiado su voto). A muchos y muchas votantes les importará poco que Iglesias no esté sentado en el Consejo de ministros si ahí ahí gente de su partido capaz, seria y honesta defendiendo un programa válido y acorde con lo que votaron contra vientos contrarios. Y estoy seguro de que no entenderían, sino que criticarían, que hubiera gente de Unidas Podemos en el gobierno defendiendo un programa que no tuviera «los derechos sociales como eje de su acción de gobierno». Cuidado con eso. Si los votantes perciben que se prefiere la adquisición de puestos a la defensa de derechos sociales de la gente, el coste electoral futuro será grande. Y supongo que medirán bien eso. Por eso me parece difícil el acuerdo entre un partido inclinado claramente a la izquierda y otro inclinado y empujado claramente hacia el neoliberalismo. Porque empujado desde Europa, desde el IBEX y desde los poderes del Estado sí que lo está Pedro Sánchez (como denunció antes y observamos ahora en los medios). Y esas presiones el PSOE no se las salta a la ligera. Veremos. Ojalá me equivoque y haya un gobierno que tenga «los derechos sociales como eje de su acción de gobierno». 

Léase@también: El día en que Monedero casi lo arruina todo, Luca Constantini.

                     DdA, XV/4234                 

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