Alejandro Álvarez
Julio
 Anguita, el político más honesto en aquellos años de trinque de PP y 
PSOE, sufrió una persecución continua y llena de calumnias por parte de 
los medios del poder. Su pecado era doble:  ser inflexible con la 
corrupción y la derechización del PSOE, y denunciar la injusticia social
 en aumento por culpa de las políticas que Felipe González ponía en 
práctica. 
Cuando superó los 2 millones y medio de votos, el poder 
político y el económico pusieron en marcha un operación vergonzosa
 de derribo contra su persona. Aquella operación, claro ejemplo de cómo 
actúa el poder contra quien estorba sus intereses, se repite hoy con los
 mismos métodos y medios contra la cara visible de Unidas Podemos. Su 
pecado es poner en cuestión (aunque de forma quizá demasiado moderada 
para no pocos) los privilegios de los poderosos. 
Lamentablemente creo 
que terminarán logrando su propósito. Cuando los medios de los poderosos
 pretenden modificar la valoración y confianza de una sociedad respecto 
de un líder político, saben que no todo el mundo es manipulable, pero 
también saben que pueden reducir la confianza en ese líder a un grupo 
social sin fuerza suficiente para poner en riesgo sus privilegios. Y con
 eso se dan por satisfechos. Es su triunfo.
                 DdA, XV/4226                 

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