lunes, 1 de julio de 2019

CRÓNICA DEL EXILIO REPUBLICANO ASTURIANO

Lazarillo

Mañana se presenta en la antigua Escuela de Comercio de Gijón un libro de indudable interés, habida la cuenta la entidad que tuvo esa diáspora, marcada sobre todo por la evacuación de más de un millar de niños desde el puerto gijonés de El Musel. La obra se titula: Exilio republicano asturiano. Historias de vida. Lo firman Rosa Calvo Cuesta y Enriqueta Ortega Valcárcel integrantes del Grupo Eleuterio Quintanilla (Sección de Educación del Ateneo Obrero de Gijón). La edición corre a cargo de Impronta Editorial. Intervendrán en la presentación: Leonardo Borque, secretario del Ateneo Obrero de Gijón, y las autoras. Aportarán sus testimonios vitales: Eloína Blanco Fanjul, Manuel Blanco Fanjul, Rita Obaya Fernández y Ángeles Flórez Peón (Maricuela). Habrá también una intervención musical de David Roldán Calvo (viola). He aquí parte de la reseña que hace del libro la historiadora Rosa María Madariaga en Crónica Popular:


Como es sabido, y nos recuerdan oportunamente las autoras, Asturias, excepto Oviedo, quedó en manos republicanas, pero también aislado del resto del territorio controlado por el gobierno de la República. Durante este período, que duró 15 meses, Asturias vivió momentos muy difíciles de penuria de alimentos, violencias y bombardeos, que llevaron a la población a buscar desesperadamente refugio en otras tierras. Dadas las circunstancias, las autoridades trataron de organizar la evacuación por mar, a través del puerto del Musel.

Además de la evacuación de niños a la URSS, hubo otras a Francia, Gran Bretaña y Dinamarca, esta última menos conocida. El 20 de octubre de 1937, el Consejo Soberano de Asturias y León autorizó la evacuación del Ejército del Norte, en la que el intento precipitado de huir por mar llevó a miles de combatientes a encontrarse atrapados entre el monte y la costa, con barcos insuficientes y teniendo que esquivar al crucero Almirante Cervera y a otros buques de la Armada franquista que apresaban a los que intentaban huir a Francia.

Aunque es muy difícil calcular cuántos pudieron huir a Francia, se calcula que unas 70.000. Como recuerdan las autoras del libro, muchas personas murieron, algunas nunca regresaron a España, y otras tardarían muchos años en poder hacerlo. La gran mayoría se dirigieron desde Francia a Cataluña, ya fuera voluntariamente o repatriados por las autoridades francesas. Las hubo que optaron por quedarse, muchas de ellas huidas al monte o escondidas en “lugares insospechados”. En efecto, todos hemos oído hablar de rincones disimulados en desvanes de las casas o de habitaciones diminutas con falsos tabiques, en los que hubo personas que permanecieron allí escondidas durante años.

Tras la caída de Cataluña, a finales de enero-principios de febrero de 1939, fue de nuevo el éxodo, lo que conocemos como la Retirada, en la que casi medio millón de personas se vieron abocadas al exilio, sufriendo todo tipo de privaciones y humillaciones. Ante aquella avalancha humana que se les venía encima, las autoridades francesas optaron por encerrar a muchos en campos de concentración- Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien, Barcarès, Rivesaltes, Septfonds, Gurs, le Vernet, etc.- a los que ya Crónica Popular dedicó más de un artículo, especialmente al primero, al tiempo que, paralelamente, dichas autoridades favorecían la vuelta a España, con el argumento de que las autoridades franquistas habían manifestado que a los republicanos que no tuvieran manchadas las manos de sangre, no les pasaría nada.

Ya sabemos que fueron miles las personas perseguidas, encarceladas y ejecutadas, pese a no haber cometido ningún delito de sangre. Las hubo que, desde Francia, consiguieron pasar a diversos países de América, sobre todo a México, mientras que muchos de los que permanecieron en Francia participaron activamente en la Resistencia francesa y sufrirían cárceles y torturas. Otros serían sometidos a trabajos forzados o enviados a campos de concentración en Alemania, como el de Mauthausen-Gusen y Büchenwald. Los que salieron por Levante fueron la mayoría a dar con sus huesos en Argelia, donde se los metió en campos de concentración o fueron obligados a trabajar en la construcción del ferrocarril Transahariano.

Estos hombres y mujeres pertenecían a todos los grupos republicanos que habían votado por el Frente Popular, etiquetados todos ellos como “rojos”: republicanos, anarquistas, socialistas y comunistas.

Surgido como desarrollo de la exposición Sufrir la guerra, buscar refugio, el libro contiene 19 historias correspondientes a otras tantas familias asturianas, narradas por representantes de la primera, segunda o tercera generación. Ocho de los testimonios provienen de víctimas directas de la guerra o el exilio, mientras que once lo son de descendientes de la segunda y tercera generación, que cuentan lo que a ellos les han contado, a lo que añaden sus propias vivencias.

Las autoras han ordenado el conjunto de los testimonios en 9 categorías, a saber: 1) Relato de Olvido Fanjul Camín, que acompañaba como cuidadora a la expedición de niños evacuados a la URSS, y a quien dan voz sus hijos Eloína y Manuel; 2) Niños evacuados a Dinamarca, de los que testimonia uno de ellos, con sus hijos, y el hijo de otro hermano; 3) Niños evacuados con sus madres y otras mujeres, que hablan con voz propia, menos una de las familias, a la que da voz su hijo Michel; 4) Familias amplias con niños, jóvenes y hombres de edad. En este caso se encuentran tres familias, la de Ramos Barril, a la que da voz la hija y el nieto; la familia Quintanilla Sotura, a la que dan voz dos hijos y dos nietos, y la de Fernández Rodríguez, a la que da voz un nieto; 5) Cuatro combatientes que consiguen embarcar en los últimos momentos, a los que dan voz sus hijos e hijas; 6) Familias entre el exilio y la represión: el testimonio de una hija del exilio, y el de otra, hija de la represión; 7) Testimonio de un superviviente de tres exilios; Francia, Argelia, y de nuevo Francia, que cuenta, junto a su hija, su historia y la de su esposa, exiliada de niña en Argelia; 8) Historias del exilio tardío, en las que uno de los testimonios habla de su vida y la de su madre y familia, y otro, el de una mujer, resume 100 años de lucha, mientras que su hija da su visión del exilio; 9) Por último, el libro ofrece la historia de José Maldonado González, último presidente de la República española en el exilio, presentada por su sobrina nieta Conchita Francos Maldonado, a la que se suma el testimonio de la que escribe estas líneas, que tuvo el honor de conocer y tratar a Don José Maldonado en su exilio de París.

Como se ve un conjunto de testimonios rico, variado, coral, que expresa, en términos sinceros, sencillos y emotivos, el sufrimiento, el desarraigo, las incertidumbres, los temores y angustias de los que tuvieron que abandonar su patria.

Las autoras nos advierten de que la mayoría de los testimonios son orales, si bien algunos lo fueron con grabación sonora, y también mediante textos escritos. Con excepción de la familia de Eleuterio Quintanilla y de Don José Maldonado, el resto de los testimonios son de personas anónimas, en el sentido de personas no famosas o conocidas, de diferentes clases sociales- obreros (algunos ferroviarios, otros, mineros) artesanos, pescadores, pequeños empleados, pequeños comerciantes, etc.-, en general personas de extracción humilde que se unieron a la República, confiando en que su programa reformista y modernizador traería mejoras para sus vidas.

El país de destino fue en general Francia, con excepciones como la URSS, Dinamarca o Argelia (Orán). En el caso de los exiliados en Francia, la mayoría de ellos se quedaron para siempre allí, se casaron con franceses/francesas, y rehicieron sus vidas en el país de acogida. Algunos de sus descendientes- hijos, nietos- llevan ya nombres franceses. No obstante, todo ellos guardaron la añoranza, la nostalgia, de la patria perdida. Y un inmenso amor a España. Orgullosos de sus raíces españolas, que reivindican, se sienten pertenecer a “dos patrias”. Aunque hoy día el “paraguas de Europa” contribuye a difuminar las diferencias, hubo varios hijos y nietos de españoles que, en el marco de la Ley de Memoria Histórica de 2007, dictada por el gobierno de Rodríguez Zapatero, se acogieron a las leyes de recuperación de la nacionalidad española, que solicitaron y obtuvieron.

Para terminar, hacemos nuestras las “reflexiones” de Helios Privat, nieto de Eleuterio Quintanilla, por su madre, Delia.

“…España no puede olvidar a los españoles que tuvieron que huir de su patria por no querer aguantar la dictadura franquista que rompió al país. Los que se fueron, como los que se quedaron, sufrieron las consecuencias de una guerra horrorosa que quebró a la nación, separó familias enteras y diezmó a la gente de un mismo pueblo. Todos soportaron después una situación política que fue difícil superar. Los españoles tienen que recobrar la memoria histórica y rehabilitar a todos aquellos que supieron mantener vivos los valores de libertad y de democracia.

En Francia, nuestras familias tuvieron la fuerza de voluntad necesaria para abrirse otro camino, pero siempre recordando aquella parte de España que les habían robado.

A nosotros, hijos y nietos de republicanos en el exilio, nos toca obrar para mantener viva la memoria de los que supieron dejar atrás una parte de lo que más querían, para poder vivir libres […]..

Todos tenemos que enseñar a nuestros descendientes lo que sucedió, no solo para que no vuelva a suceder, sino, ante todo, para que las generaciones siguientes puedan recobrar su historia común”. 

                          DdA, XV/4214                     

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