miércoles, 5 de junio de 2019

HABRÁ QUE EXHUMAR A FRANCO TAMBIÉN DEL TRIBUNAL SUPREMO


Félix Población

En un artículo publicado hace más o menos un año a propósito del film de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra, que por entonces se rodaba en Salamanca y que aún no ha sido estrenado, me referí al día en que la Plaza de San Benito de esa ciudad sirvió como escenario  de lo que ocurrió en Cáceres, en los primeros días del otoño de 1936. Allí, ante el Palacio de los Golfines, tuvo lugar una manifestación ante los generales Franco y Millán Astray para celebrar el nombramiento del primero como Jefe del Estado, circunstancia que ocurrió a finales de septiembre de 1936. La reunión de los mandos militares sublevados que decidió tal nombramiento se celebró el 21 de septiembre en un aeródromo a treinta kilómetros de Salamanca, habilitado en una finca propiedad del ganadero taurino Antonio Pérez Tabarnero.

El llamado aeródromo de San Fernando se encontraba cerca de la localidad salmantina de Matilla de los Caños. Los generales y coroneles que formaban la Junta de Defensa Nacional se reunieron en un barracón camufaldo en un encinar, junto a una pista de despegue habilitada por la aviación hitleriana que apoyó al régimen del 18 de julio y que todavía se puede contemplar. Un folleto conmemorativo del hecho se publicó en 1961, a cargo de la Jefatura Provincial del Movimiento de Salamanca, bajo el título beatífico de La ermita del Caudillo.

Los generales habían nombrado a Franco "Jefe del Gobierno del Estado mientras dure la guerra", algo que que no quedó así en el decreto de la Junta de Defensa Nacional, publicado el día 30 de septiembre, pues fue suprimido ese plazo temporal y sustituido por la frase "quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado", como casi cuarenta años de dictadura han demostrado sobradamente. 

Lo anterior viene a cuento porque nada menos que el Tribunal Supremo de España, al paralizar ayer la exhumación de los restos mortales del dictador de la basílica del Valle de los Caídos, dio por válida la cronología impuesta por aquellos generales felones, sin considerar que el régimen legal y democráticamente constituido era el de la segunda República, con Manuel Azaña como presidente. 

En su interesente artículo de hoy en eldiario.es, el escritor Isaac Rosa sostiene que sacar a Franco del Valle de los Caídos va a ser un camino largo y difícil, lleno de obstáculos, pero mas difícil parece barrer las pelusas del franquismo de las nobles estancias de las Salesas, y de los cerebros de algunos magistrados. Si esto es así, como mantiene el columnista al final de su artículo, no me parece que el respeto y aplicación que esos señores han dispensado a la cronología del viejo régimen dictatorial pueda interpretarse como una morcilla histórica. 

Si semejante consideración atenta contra el criterio de la historiografía más respetable -y es mucha la que existe sobre la Guerra de España-  y contra los principos democráticos en que debe basarse un Estado que se precie de ellos, bien podría ser -en orígen- por aquello de la Ley de Aministía que para muchos fue una Ley de Amnesia, con la que casi se quiso diluir la causa republicana hasta el punto que hoy demuestra la ignorancia de ese periodo histórico por parte de las jóvenes generaciones y la sociedad en general.  

Añádase a eso, o también a partir de eso, que -como señala Rosa- desde 1978 hasta hoy los magistrados de ese mismo tribunal, algunos de los cuales acaban de amparar los derechos de los descendientes del último dictador de Europa contra el criterio de un gobierno democrático,  se han caracterizado por frenar cualquier intento de anular las condenas impuestas por la dictadura, dignificar a la víctimas o perseguir a los represores. De morcilla, por lo tanto, patinazo histórico -como titulan hoy algunos medios- o mera ignorancia, nada. Si al Jefe del Estado Francisco, como se rezaba en las preces eclesiales durante casi cuarenta años,  le han dado esos magistrados del Supremo a modo de propina los años de la crudelísima guerra que él mismo desató, es porque de donde hay que exhumar al dictador también es del Tribunal Supremo.

Léase@también: El Tribunal Supremo ha paralizado cautelarmente la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. El dictador continuará enterrado en sagrado y en gloria para seguir pudriendo esta peculiar democracia. Artículo de Rosa María Artal Una democracia seriamente tocada.


                     DdA, XV/4190                     

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