domingo, 5 de mayo de 2019

LA CARTA DE ROSARIO, MADRE DE PACO LOBATÓN

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Si republico esta carta de mi estimado colega Paco Lobatón, no es sólo por la autenticidad y sentimiento que expresa en su carta Rosario, la madre del periodista, sino porque somos muchos los españoles de la generación de Paco que nos identificamos con lo que cuenta la firmante,  entre los que se cuenta este Lazarillo, hijo del destierro. De esas historias de sobrevivencia a lo largo de dos décadas queda mucho por leer y saber, por eso es de agradecer a Lobatón que nos participe esa conmovedora página de su memoria sentimental. Mi gratitud por ello:

Paco Lobatón

Mi madre, Rosario, y su presencia perenne se han reavivado hoy con el hallazgo de una carta suya fechada en agosto de 1957. Por entonces ya criaba a nueve de los diez hijos que alumbraría casi sin pausa y sin una queja, que yo recuerde. La carta, sin embargo, revela hasta qué punto llegó a sentirse atribulada como para tomar la decisión de escribirla sin el consentimiento de su esposo- cosa impensable en aquellos tiempos- y, a continuación, remitirla a la máxima autoridad del Servicio Nacional de Cereales en el que trabajaba nuestro padre. Después de más de una década ejerciendo como Jefe de Almacén en Silos de casi toda Andalucía había participado, sin éxito, en un concurso para conseguir su traslado a Jerez donde estaba la residencia familiar. Mi madre debió percibir una oscura maniobra en aquella eliminación, pero se abstuvo de pedir explicaciones y optó por redactar una súplica salida directamente del corazón: El resultado adverso nos prodiga un hondísimo pesar, desvanece nuestras ilusiones y provoca en desequilibrio familiar en todos los órdenes. Y enfatiza más adelante: Pero si es grande esta adversidad, no menor es la parte moral y educativa de los hijos sin la presencia de su padre. ¿Sois padre? ¡No os faltará entonces un corazón que comprenda mi desventura ! En la penúltima línea esboza la esperanza en una resolución favorable a la vez que se disculpa : Perdonad si fui demasiado expresiva, he dejado hablar mi corazón tan dolido. Rosario no vio atendida su demanda. Ni siquiera hay constancia de que la leyera el destinatario de aquella , D. Luis Cuní, por entonces Secretario General del S.N.T. Con el silencio administrativo por toda respuesta, el Servicio mantuvo alejado de su mujer y de sus diez hijos a nuestro padre, Pedro, una década más. El 1 de Junio de 1967 la Secretaría General tuvo a bien acceder a la petición de traslado al Silo del Puerto de Santa María.
Una historia de supervivencia que evoco hoy sin otro ánimo que el de rendir homenaje en la figura de mi madre Rosario a todas las madres que han sido y son el soporte de nuestras vidas.

                      DdA, XV/4160                

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