lunes, 8 de abril de 2019

SOBRE EL REGRESO DEL LINCE BOREAL A ASTURIAS


Lazarillo

Más de una vez me he declarado en esta modesta bitácora rendido admirador del lince ibérico, especie que por fortuna se ha recuperado en el sur de nuestro país, sin que esté libre del peligro de los atropellamientos en las carreteras andaluzas. Acabo de leer en el diario El Comercio que se podría estudiar la reintroducción en Asturias del lince boreal o europeo, desaparecido en aquella región hace más un siglo, esto es, cuando lo abuelos de muchos de nosotros aún tenían la posibilidad de verlo por bosques y brañas. Para algunos, la reintroducción permitiría controlar -según leo- a los depredadores del urogallo y potenciar el turismo a través del avistamiento de ejemplares. Para el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), sin embargo, esa medida sería inaceptable. Esta asociación indicó que «el lince boreal es el carnívoro más esquivo de Europa junto con el glotón». «Su reintroducción debería estar avalada por una estrategia de conservación de la biodiversidad que, en este momento, no existe en Asturias». Para Fapas, el lince boreal es un depredador que depende de la captura de presas silvestres para sobrevivir y que el corzo es su presa principal, especie que ha acusado un importante descenso poblacional por la enfermedad narices de corzo. De llorar la ausencia del lince boreal de los bosques de Asturias, hemos pasado a llorar que no se puede reintroducir porque no lo permite el descendente número de corzos. Cuánto se llora por allí arriba. 

                   DdA, XV/4134                  

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