miércoles, 24 de abril de 2019

LA GRAN DERROTA DE LA DERECHA RADICAL EN LOS DEBATES


Félix Población

Es de temer que no pocos de los electores de la derecha, los que habitualemente votan al Partido Popular y los que por aquello de la corrupción podrían votar a Ciudadanos, estén hoy reconsiderando votar a Vox, ante lo visto y escuchado estos dos días en los debates emitidos por TVE y Atresmedia. 

Lo digo porque, después de marcarse La Sexta una demesurada y superactuada expectación ante el llamado "debate decisivo", con una ridícula cuenta atrás y Ferreras a la batuta del espectáculo, tanto Pablo Casado como Albert Rivera volvieron ayer a insertar en su discurso un bajo estilo dialéctico y unos argumentos indecentes tanto por su pobreza expositiva como por sus reiteradas falacias, duplicadas sobre las mismas que habían exhibido en el debate anterior. 

Nunca la derecha en España -lo que antes se llamaba el centro-derecha y ya no- ofreció por televisión tan parvulario, simple y faltón comportamiento dialéctico en un debate con sus adversarios políticos. Si esto ha sido así, visto que la única variante sobre anteriores y semejantes envites se debe a la existencia de un partido de extrema-derecha que no ha estado en los debates por impedirlo la Ley Orgánica del Régimen Electoral, me parece que ha sido precisamente por la existencia de ese partido que desde el primer minuto está jugando un papel decisivo en la sucia campaña electoral del Partido Popular y Ciudadanos. 

Esto se ha notado de modo harto notorio, tanto en el plató de TVE como en el de La Sexta, por lo que es predecible que muchos votantes de centro -tan decisivos siempre en las urnas- se haya decantado definitivamente por el Partido Socialista y que, en este sentido, el candidato de Ciudadanos se arrepienta especialmente de su lamentable papel en la noche de ayer, después del ridículo  minuto de oro de anteayer. No se puede ser más impertinente, simple, tabernario y grosero ante las cámaras, ni tan grotesco fuera de ellas, como se aprecia en la imagen. 

Al lado de tan lamentable espectáculo, propio de una derecha radical, con un Casado castrado de carisma y capacidad para rescatar a un partido ulcerado por la corrupción, es de temer que el beneficiario sea Vox, la marca original, que no estando en los platós no ha hecho ese ridículo mediático masivo ante un Pedro Sánchez que, sin bordarlo, mantuvo un discurso de resistencia y más favorable a un entendimiento con la izquierda, aunque esto siempre esté por ver.

En cuanto a Pablo Iglesias, baste decir que si en el primer debate fue el mejor sin destacar en exceso, en el de Atremedia se superó hasta el punto de que muchos medios han coincidido en dar a su intervención la mejor nota. Ofreció datos y cifras, expuso planes y soluciones, fue concreto, conciso y rotundo en sus críticas, llamó la atención a sus contrincantes por sus discusiones de patio de colegio, fue en todo momento correcto y muy convincente al exponer la única alternativa que cabe para la cuestión catalana: hablar.

No sé si estos debates tendrán incidencia en las urnas el domingo que viene, pero sí que Iglesias ha ganado por razón, exposición y argumentos a unos adversarios políticos que están muy por debajo para hacerle frente con similares herramientas.

Léase@: Cuatro hombres sin mopa, por Ana Requena, eldiario.es

                      DdA, XV/4150                     

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