Los
periodistas desempleados, tercer trimestre de 2018, rondan los 26.500, y
la mitad de los licenciados en periodismo no trabaja en el sector de la
comunicación. Y en buena medida porque los medios audiovisuales
acaparan a unas docenas de ellos y no dan entrada a otros, a no ser
becarios para ir con la alcachofa detrás de un personaje o personajillo
que no va a abrir siquiera la boca.
Sin
embargo un periodista de campanillas, Antonio Ferreras, de La Sexta,
defiende la presencia permanente en la programación sobre política de
un periodista indeseable. So pretexto de que ha destapado escándalos, no
está todavía en la cárcel y goza de la presunción de inocencia, hace un
icono de ese indeseable. ¿Le preocupa a Ferreras y a su cadena la
deontología periodística, o, como antes el lema de los cuarteles
franquistas era “Todo por la patria”, para él el lema es “Todo por la
noticia”, aunque la noticia sea un montaje? ¿Acaso parten los
periodistas en los debates de su cadena de la presunción de inocencia
para juzgar a los políticos? ¿Acaso esperan a que se dicte sentencia
sobre los hechos que comentan y debaten el escándalo de turno traído al
primer plano de la noticia Dios sabe gracias a quién y por qué malas
artes?
El
abogado Peñas, entonces del PP, denunció en su propio partido el
arranque de la Gurtel. La Aguirre, cuando tuvo noticia de que había ido
al partido a denunciar los hechos de los que él fue protagonista en
primera persona, se refirió a él como “ese hijoputa”, y luego esta
mujeruca alardeó de haber sido ella la que la destapó. Muchos de los
“éxitos” del periodista indeseable están labrados en la sospecha y, por
“indicios racionales”, en el cohecho, en la prevaricación, en la
tergiversación y en la falsedad documental ya elaborada o fabricada
después seguro que con su participación. Que juega con ventaja sobre sus
compañeros de profesión es una evidencia. Carecer de escrúpulos es su
seña de identidad. Lo lleva escrito en su semblante cínico y chulesco. Y
Ferreras lo sabe. El último caso que ha desvelado esta práctica atañe
al partido de Pablo Iglesias y ha perjudicado notoriamente a su suerte
hasta el punto de haber sido en parte ese dato el causante de la crisis partido, que de otro modo quizá bo habría sobrevenido. Pero le importa un comino
a Ferreras de qué se vale el indeseable para aportar sus “noticias”.
Noticias, por cierto, que, en muchos casos, o no han tenido consecuencia
alguna en el plano judicial y se ha quedado en anécdota al nivel de una
de un “Sálvame”, o él se ha apropiado de ellas como el indeseable que
es, como sucedió con el caso del abogado Peñas y la “Gürtel”.”
Hay
miles de periodistas en paro, miles de colegas suyos que esperan
inútilmente emplearse, y Ferreras defiende al indeseable y su
nauseabunda presencia en su cadena... por la presunción de inocencia que
le aplica sin pestañear cuando sabe que el indeseable es un neoliberal
confeso desde el principio de su aparición en la escena mediática y que
si no está procesado penalmente es por una serie de factores
relacionados con el poder fáctico. Además, galardona o premia al
indeseable desde la muy débil en este caso, presunción de inocencia. Lo
mismo que el PP, tantas veces y en tantos casos de evidencia moral de
conductas moralmente reprobables. Como ha hecho con estos siete policías
que aparecen formando parte de la trama Villarejo contra Podemos porque
no hay sentencia. Ferreras, aunque no lo dice como la Belén Esteban,
por la noticia y por la publicidad, mata. Para Ferreras el fin justifica
los medios. Ferreras, el periodista bonachón, ha acabado siendo tan
indeseable como el indeseable....
DdA, XV/4138
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