lunes, 25 de marzo de 2019

PABLO IGLESIAS, CON LA CONSTITUCIÓN EN LA MANO Y EL PORVENIR POLÍTICO DEL PAÍS


Félix Población

Dije hace unas semanas lo que hoy ratifico, a propósito del retorno el pasado sábado de Pablo Iglesias a la actividad política: estamos ante un líder político decisivo para el porvenir de la democracia española, sobre todo ante el asomo del tripartito reaccionario en  las próximas elecciones generales. Que alguien se imagine actualmente este país sin Podemos y sin el líder que encabeza a este partido.

El sábado pasado Iglesias era necesario  para reverdecer las expectativas de Unidas Podemos (UP) y lo hizo con elocuencia, convicción y fuerza, tal como se esperaba ante el mes de brega que le aguarda a UP, unas siglas a las que últimamente no le faltan múltiples agoreros interesados en su declive. Muy oportuno el uso que hizo el líder de Podemos de la Constitución y de los artículos que vulneran los que dicen ser partidos constitucionalistas. Muy acertado también el lema de la campaña electoral, La historia la escribes tú, porque la cita del 28 de abril tiene un indudable carácter histórico.

Creo que lo más importante de la alocución, aparte de pedir disculpas por haber dado vergüenza ajena con motivo de las luchas internas del partido y solicitar de la alcaldesa de Madrid la identidad de su voto porque en las legislativas no vale "ponerse de lado", estuvo en revelar una conversación con un importante empresario tras la firma de aquel acuerdo con el Gobierno en octubre del año pasado:  "Me dijo que iban a por nosotros porque no les gustaba el acuerdo presupuestario. Porque si se llevaba adelante, algunas de esas 20 familias [potentadas] van a tener que pagar más impuestos. Por eso van a por vosotros", ha apuntado. "No van a por mí, van a por el secretario general de Podemos, igual que irían a por cualquiera. Igual que van a por Alberto [Garzón] porque por fin la izquierda real puede formar parte del Gobierno", señaló el líder del partido morado. Un tripartito reaccionario o un gobierno formado por el PSOE y Ciudadanos son las dos alternativas que se dan en este país si propespera ese cordón sanitario para aislar a Unidos Podemos y dejarlo reducido al papel de Izquierda Unida en el pasado.

También afirmó Iglesias que en España no hace falta ninguna reconquista -expresión de ominosa memoria donde las haya-, sino reconciliación. Todo un titular digno de ser destacado en los periódicos al día siguiente, aunque todos lo pasaran por alto. Prefirieron los que aludían a su rotunda autocrítica, totalmente necesaria, expuesta sin ningún reparo y como nunca antes hizo ningún líder político, ni siquiera aquellos que estuvieron y están al frente de partidos en los que se han dado casos de corrupción.

A modo de complemento de lo dicho en la Plaza Juan Goytisolo del Museo Reina Sofía -digamos el nombre de los poetas al menos cuando nombran plazas-, en la que se vieron algunas banderas republicanas con las siglas históricas de la fraternidad proletaria, dos periodistas y un moderador en extremo serviles con los jefes de Atresmedia se diría que pretendieron hacer pagar a Iglesias -esa misma noche del sábado en La Sexta- su ataque a quienes son propietarios de ese medio.

Nunca un político, salvo el propio Pablo Iglesias -bien curtido en eso-, ha recibido tan contumaz, incisiva y acometedora sarta de preguntas, en algún caso de una torpeza reiterada, sobre todo por parte de uno de los periodistas, capaz de discernir el sexo de los votos. (Nos quedamos a la espera del trato que  dispensarán esos u otros periodistas de esa misma casa a los cabecillas del tridente reaccionario y a Pedro Sánchez, a los que acostumbran a masajear sin reserva, o al menos con el miramiento de Ana Pastor ayer con Pablo Casado el del máster regalado). 



La más vergonzosa de la cuestiones fue la que planteó Hilario Pino,  que le vino a reprochar a Iglesias haber antepuesto su permiso de paternidad (lo privado) a la difícil situación que vive el país (lo público). La contestación del líder del partido morado debería ser un adelanto del país que muchos queremos, en donde el hecho de limpiar culos y poner pañales a nuestros hijos por parte de cada padre nos hace mejores, tal como respondió Iglesias, porque es una de esas grandes verdades que necesitamos decir para que la gente que llegue a la política lo haga poniendo la vida en el el centro de su gestión.

Como escribió Pedro Vallín en el diario La Vanguardia, Pablo Iglesias apeló, en el discurso y en la entrevista de La sexta noche, a una épica tardía, crepuscular, de quien sabe que a poco que una ráfaga bonancible permita avanzar al navío, acaso unas millas, Unidas Podemos tiene a tiro sentarse en el Consejo de Ministros. “Estamos más cerca que nunca, por eso vienen a por nosotros”. Y, además estamos ante una cita que Iglesias ha subrayado por su carácter constituyente. 

A su partido, como también dijo, le ha ocurrido todo lo peor que le puede ocurrir a una formación política, pero del pulso de Podemos y de su líder incuestionable depende ahora mismo nada menos que el porvenir de la política en España. Y si no -vuelvo a repetir- imagínense un país sin lo que Podemos y Pablo Iglesias representan hoy en día, ante el acecho de la derecha más reaccionaria de los últimos cuarenta años y un Partido Socialista más temblón que nunca ante esa expectativa.

                  DdA, XV/4121                      

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