Françoise Héritier
Remedios Palomo
El
debate actual sobre la prostitución me recuerda a aquel más antiguo
sobre el derecho al voto de las mujeres. Muchas mujeres se oponían a su
legalización y despreciaban a las sufragistas. En España, sin ir más
lejos, pudimos visualizar el debate con la confrontación en las Cortes
entre Clara Campoamor y Victoria Kent. Como es bien sabido ganó el
sufragismo.
Pues bien, para la prostitución ya no hay salida, el debate y la lucha están ahí. Quizá yo no lo vea, ojalá sí, pero la lucha contra su permanencia es imparable. Llegará un día en que tan dañina estructura social, sancionada por la fuerza de la costumbre patriarcal, será refutada por la evidencia de la razón feminista y cuando ese día llegue y cada vez falta menos, caerá el paradigma y la salud de la sociedad mejorará.
Fue la antropóloga francesa Françoise Héritier quien definió la principal consecuencia de la consideración de la prostitución como un trabajo, ¿quién tiene el poder, el que paga o la que es comprada?
La supuesta libertad de la mujer para venderse
oculta que la verdadera libertad es la que tiene el hombre para
comprarla. Es la ley de la oferta y la demanda transferida al cuerpo de
las mujeres, ese cuerpo que solo es la mercancía, un mero objeto cuya
existencia solo dependerá de la voluntad del hombre que la compra. La
prostitución es un negocio en el que la mercancía es la mujer. Sostener
que las mujeres prostituidas son mujeres empoderadas es una falacia, y
promover y reforzar la legalidad del negocio de la prostitución
significa promover el sistema de dominio patriarcal según el cual las
mujeres son objetos que los hombres pueden comprar y manejar a su
antojo, alentando una mirada que nos envuelve a todas, prostituidas o
no. Un mismo hombre puede calladamente comprar prostitutas en un barrio y
convivir con su mujer y sus hijas en otro públicamente.
Hay otras muchas razones que desmontan el mito de la libre prostitución, pero hoy quería hablaros de Françoise Héritier, la sucesora de Levi-Strauss, que murió en 2017. Una campeona.
DdA, XV/4.084
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