Ana Cuevas
Es curioso el afán que tienen algunos líderes
políticos en amortajarse con la bandera rojigualda mientras proclaman
un patriotismo exacerbado a prueba de rojos, feminazis, inmigrantes, o
miembros del colectivo LGTBI. Dan por descontado que, ser mucho y muy
español, consiste en reproducir un cliché rancio, machista y trasnochado
que se resume en varios lugares comunes y una pose épica pero vacía de
auténtico sentimiento patriótico.
Parece que les unen más las
fobias que las filias, Porque sino, no se entienden marrullerías como la
de la venta del pujante sector público del aluminio a la multinacional
ALCOA.
José María Aznar, de cuyas ubres ideológicas han
mamado los tres mocetones que lideran hoy la liga de la derecha
patriótica celtíbera, decidió en 1998 que el país que presidía, nuestra
querida España, podía prescindir de un motor emergente de su economía a
cambio de treinta monedas de plata.
Pero la cosa no quedó ahí.
Pese a ser vendidos a una empresa extranjera por un precio irrisorio,
los nuevos amos han estado recibiendo subvenciones, más o menos
encubiertas, cuantificadas en más de mil millones de euros durante los
últimos veinte años. ¡Un chollazo!
Aún más si tenemos en
cuenta que la multinacional no ha invertido en dos décadas en las
plantas españolas, llevándose limpios los beneficios y dejando morir de
austeridad las instalaciones. Ahora, aunque sacan más de 200 millones
limpios del bussines, han decidido deslocalizar las fábricas (para
exprimir aún más a los obreros de otras latitudes) y dejan en la calle a
los 700 operarios españoles. ¡Tócate las castañuelas!
El
movimiento punk llegó a España con una década de retraso, como casi
todo. Recuerdo que en los grandes almacenes se vendían collares de perro
o cinturones de pinchos y que las peluquerías más chic se
especializaron en crear crestas multicolores que desafiaban las leyes de
la gravedad. Todo un merchandising en torno a una filosofía de vida que abominaba el materialismo y el postureo.
¡Punkie de postal!- cantaban "La polla Records" en los ochenta. Cuando veo a Santiago Abascal , emulando al mítico "Jabato",
cabalgando por los campos de la reconquistada Andalucía, presto a
emprender una cruzada contra mujeres gays, lesbianas y emigrantes... o
el patrioterismo de salón de te de Rivera y Casado, obligados por VOX a
demostrar quien tiene más grande la bandera y, por ende, mayor adn de
españolidad...
Y por otro lado a los trabajadores de ALCOA,
usados como mercancía de carne proletaria para chanchullos privados y
abandonados a su suerte como cáscaras vacías... recuerdo a mi amigo "Flipas" y en la cabeza resuena: ¡Patriotas de postal! ¡ Españolazos de escaparate! Por no decir de mierda.
No se lo que haría el Jabato
de verse en una situación así. Por aquellos años la esclavitud no
estaba mal vista. Casi como ahora. Y creo que el guerrero tampoco vivía
de subvenciones públicas desde la cuna como su "alter ego" Santi. Se lo
tenía que currar un poco más. Quizás por eso era un personaje de
ficción.
Pero unos actores políticos, del color que sean, que
de verdad defiendan a su gente, no dudarían en nacionalizar las plantas
y garantizar el trabajo de 700 compatriotas. Y si la solidaridad con
los trabajadores no es suficiente acicate recuerden que los mucho y muy
españoles, vendieron nuestra industria pública a capital privado foráneo
y les regalaron una millonada que ahora pagamos entre todos en el
recibo de la luz. Y no es la primera vez.
Yo ahí lo dejo. A lo
mejor es el concepto de patria lo que falla. Para algunos, la única
patria es su cartera. Esos son los que más alto gritan: ¡Viva España!
DdA, XV/4.057
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