Jaime Richart
Quienes pensamos en absoluta libertad, no profesamos una
ideología (pensamiento cerrado) o no reflexionamos a través de ella, sin
prejuicios o con los prejuicios justos para no dinamitar los fundamentos de la
sociedad, ni subestimamos ni despreciamos las argumentaciones de nadie aunque
sólo sea por serlo, es decir, por ser razonamientos motivados. Todo el mundo
pensante tiene una cuota de la razón universal. Es más, nosotros construimos
nuestras ideas tratando de conciliarlas todas por encontradas
que estén. Y a ello nos debemos como pensadores sin más pretensiones que
esforzarnos.
Pues bien, la
anterior introducción es para afirmar que está claro que
en esta clase de democracias cada movimiento social denuncia y mira por su
interés gremial o colectivo. Los trabajadores por sus salarios, los
pensionistas por el poder adquisitivo de su pensión, quienes se sienten en
situación vulnerable... por un paso a nivel desprotegido, por los recortes
presupuestarios, etc. Y así sucesivamente. Así ha nacido el movimiento
feminista y el tan traído y llevado concepto violencia de género asociado a
una estadística y al conteo de mujeres muertas o agraviadas por un hombre...
Sin estar en
absoluto alineado con el pensamiento franquista o tardo-franquista de al menos
dos partidos políticos españoles, uno camuflado como tal y otro prácticamente
declarado en este asunto, en el territorial, en inmigración, etc, creo que la
izquierda feminista lleva demasiados lejos sus quejas, sus demandas y sus
políticas para no suscitar contestación. Pues ¿quiénes en los mismos términos
de movilización ideológica se “preocupan” o velan por la integridad de los
niños o de los ancianos? ¿quiénes se manifiestan y claman al cielo en nombre
de los indigentes o de las madres desprotegidas o de quienes han de soportar
la injusticia social estructural? ¿quiénes se convierten en caja de resonancia
del agravio comparativo entre quienes viven opíparamente y quienes se las ven
y se las desean para sobrevivir ellos, ellas y los suyos? ¿quiénes representan
la causa de los miles de suicidas al año por decisiones legislativas o causas
sociológicas provocaron directa o indirectamente la respuesta psíquica del
suicida? ¿quiénes, más allá del intento político, miran por implantar de una vez la eutanasia activa?
La violencia
del hombre sobre la mujer hunde sus raíces en causas profundas: unas biológicas, otras culturales, otras económicas y otras
sociológicas. Protestar organizadamente para atajar esa violencia no es lo
mismo que exigir equiparación de derechos entre el hombre y la mujer como
demandaban las sufraguistas hasta que la mujer consiguió votar también... El
remedio en materia de muertes de mujeres a manos de un hombre no existe más
allá de un contexto general relacionado con esas causas culturales,
sociológicas y económicas. Las biológicas de la mayor fuerza física no son
evitables, y la protección por parte del Estado y de la sociedad por ese motivo
es un brindis al sol, es como tratar de coger agua entre las manos...
Detrás del
homicidio de cada mujer (que no necesariamente asesinato como se proclama sin
miramiento para agravar cada hecho
indiscriminadamente y con ello perder fuerza el argumento), para no incurrir
en desmesura y en un egoísmo de género extremo al ceñirse exclusivamente a esa
clase de tragedias, es preciso preguntarse tras cada una de ellas: antes de
producirse la muerte de esa mujer ¿hubo drogas, hubo prostitución, hubo
carencia de recursos para sostener a una exigua familia, hubo violencia moral
sostenida que percutió la violencia del macho que causó su muerte?
En resumidas
cuentas, comprendiendo y compartiendo la causa de la mujer, tras una historia
de torpe discriminación, se echa de menos movimientos tumultuarios en
sinergia, sincronizados, exigiendo el cambio de la ley electoral, un referéndum monarquía-república,
transformarla a fondo o abolir la Constitución, exigiendo la expropiación
forzosa de la tierra improductiva o viviendas adquiridas en ambos casos dios
sabe cómo, en distintas regiones de España, rechazando el protagonismo de la
iglesia en un Estado aconfesional, reclamando la abdicación del monarca,
denunciando la tremenda desigualdad social y abusos intolerables en el siglo
XXI de unos sectores de la sociedad sobre otros... Pues todas las demás
movilizaciones, aparte de ser casi siempre inútiles se me antojan modos
vulgares de llenar el tiempo quienes pueden perderlo, y propias de gentes a
quienes sólo interesa lo suyo y les importa un comino lo que piensen y sufran
los demás...
DdA, XV/4.065
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