lunes, 3 de diciembre de 2018

¿Y SI NOS VAMOS A PORTUGAL?

 Las encuestas erraron una vez más

Félix Población

Cuando teníamos noticia ayer de la encuesta/sondeo hecha el día anterior sobre los posibles resultados de la elecciones autonómicas andaluzas, la mayoría de los analistas consideraba desmesurado el número de escaños que se le daban a Vox: diez. Sin embargo, el resultado final ha sido aún mayor, doce, con casi 400.000 votantes entregados a un partido de extrema derecha cuya razón de nacimiento está, sobre todo, en el procés vivido en los últimos años en Cataluña, con su esperpéntica declaración unilateral de independencia el año pasado, y en la nefasta política aplicada contra el mismo por los gobiernos de don Mariano. 

Es de un cinismo mayúsculo que Gabriel Rufián, el diputado histriónico de Esquerra Republicana, haya reaccionado ayer con unas declaraciones en las que afirma que se ha sacado a Franco de Valle de los Caídos y se le ha metido en la Junta de Andalucía. La colaboración de Esquerra Republicana, en connivencia con la derecha nacionalista catalana y la CUP, después de haber hecho desbocar el procés en un resultado que se pretendió imponer a más de la mitad de la población catalana, tiene buena parte de culpa en la afloración del ultranacionalismo españolista representado por Vox. 

Los últimos gobiernos centrales han hecho también todo lo posible para que el necionalismo catalán (no es errata) nutriera al que habla en castellano, así que ya lo tenemos, puro y duro, dispuesto a reconquistar (otra vez) España desde el sur, según han anunciado los descendientes reciclados de Blas Piñar, calurosamente felicitados por madame Le Pen en cuanto se conoció su exitoso resultado electoral. 

Enfrentarse a esa posibilidad de resurgimiento de la extrema derecha con un partido liderado por quien ambicionó el liderazgo del PSOE con malas artes y pactó con la derecha (Ciudadanos) antes que con la izquierda su investidura en 2015, no podía desembocar más que en el rotundo fracaso cosechado ayer. Al Partido Socialista y a la llamada izquierda del cambio, con tanta y tan diversa nomenclatura electoral -y que también recibió su correctivo a modo de advertencia-, les corresponde dilucidar el papel que les toca ante la CEDA que viene, porque ayer en el sur también renació aquella derecha unida de oscura memoria que afloró en la segunda República.

España se ha homologado a partir de Andalucía -la comunidad del PSOE-  a la Europa más negra, por eso es como para querer irse a Portugal, el único país de nuestro entorno donde la ultraderecha no existe. Quizá porque tienen una izquierda más inteligente y que además sabe gobernar unida.

PS. Echen por favor un vistazo a los resultados electorales en la localidad andaluza de Marinaleda.

                       DdA, XV/4.027                     

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