domingo, 4 de noviembre de 2018

MEMORIA Y CONCIENCIA: EL ARCHIVO DE NEGRÍN EN "LA MEMORIA NOMBRADA"

 La web De Re Historiographica. Conversaciones sobre la historia se hace eco de la publicación del libro de Félix Población La memoria nombrada, a cargo de la la editorial El viejo topo, para difundir el discurso que pronunció el 24 de septiembre de 2011, en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, Carmen Negrín, nieta de Juan Negrín, con motivo de la entrega a ese centro de una copia digital de los archivos de su abuelo. Dicho discurso, casi silenciado por los medios, se incluye en el citado libro. Hubo incluso algún medio que desechó publicarlo (Público). La memoria nombrada lleva una nota prologal de Pablo Iglesias Turrión y firma el prólogo Javier Iglesias Peláez.


Decía el escritor Manuel Rivas, en el prólogo a un gran libro  (Vencidxs), publicado gracias al trabajo autogestionado de un pequeño equipo de altruistas, que somos lo que recordamos y también lo que olvidamos. Para Rivas, el olvido provocado es parte de una identidad negativa y también delictiva, pues impide la reparación y la justicia: “La relación con la memoria no es un problema partidario. En todo caso, sería una opción entre el partido de la humanidad o de la inhumanidad”. El periodista gallego estimaba que sin libros como el citado, lo que triunfaría sería el fracking: el vaciado moral, la contaminación del manantial de la conciencia. La memoria nombrada, de Félix Población, pretende, en su medida, combatir ese vaciado moral y responder en lo posible a lo que Walter Benjamin escribió en El Escarmiento: “Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre”.
En este libro, que se publica estos días, el autor se ha limitado a seleccionar aquellos textos que a lo largo de nueve años (entre 2008 y 2017) le han parecido más interesantes para conformar esta antología. El título y el contenido se ciñen a una serie de nombres vinculados con la historia democrática y republicana de este país, tanto tiempo silenciada a lo largo de cuatro décadas de dictadura y no suficientemente reivindicada ni explicada a las jóvenes generaciones en el transcurso de otras cuatro décadas de monarquía parlamentaria.
A favor de esa recuperación ha jugado la posibilidad del autor de manejar los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica, en los que ha investigado durante muchos años, así como los de otros archivos y hemerotecas del país.
Entre los textos que configuran La memoria nombrada está la crónica del discurso de Carmen Negrín pronunció el 24 de Septiembre de 2011 en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. No hubo mucha representación ciudadana y menos de historiadores. La prensa prácticamente silenció el acto. Estas circunstancias justifican la publicación de la crónica (DRH).

El archivo de Juan Negrín: memoria y conciencia 

Es de justicia  presentar, aunque sea de forma resumida, la alocución pronunciada el pasado sábado por Carmen Negrín, nieta de Juan Negrín, con motivo de la entrega de una copia digital del archivo de su abuelo al Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) de Salamanca, dado que los medios de información la ignoraron. Juzguen por el contenido si la misma debería haber sido noticia o no, al margen de las declaraciones oficiales de la ministra de Cultura con relación al futuro del citado centro.
A mí se me antoja que, como ocurriera con quien fue el último jefe del Gobierno de la segunda República -cuya personalidad política fue ignorada y/o tergiversada-, a Carmen Negrín la persigue en España similar suerte, pues sus discursos también se ignoran y/o tergiversan, como me confesó que le había ocurrido recientemente en Málaga, donde los tres diarios de la ciudad cambiaron totalmente el sentido de sus palabras con relación al papel de la Iglesia en la Guerra de España (para ella es erróneo el concepto de Guerra Civil).
Debo consignar, asimismo y entre paréntesis, en relación con el acto celebrado el pasado sábado en Salamanca, que la presencia de la ministra de Cultura en la entrega del archivo de Negrín tuvo su continuación en la ceremonia de poner la primera piedra del edificio en reconstrucción que albergará en un par de años el CDMH, y que dicha ceremonia no contó con la asistencia del alcalde de la ciudad (Partido Popular), como sería lo propio cuando Salamanca va a contar con un centro de la importancia del que se habla. Esto, sin duda, da qué pensar acerca del interés del primer edil y su partido por el Centro Documental de la Memoria Histórica, memoria por la que su jefe, Mariano Rajoy, sí ha confesado públicamente su desinterés. Dicho esto, paso a glosar la breve alocución de Carmen Negrín.

“Cuando Colin Powell, en la sede de las Naciones Unidas, intervino a favor de la acción armada que trajo consigo la invasión de Irak, hizo cubrir la reproducción del Guernica de Picasso como si el cuadro siguiera siendo la voz de una conciencia que no se puede silenciar. El propio pintor había definido su obra como un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo, pues para él la Guerra de España fue la batalla de la reacción contra el pueblo, contra la libertad: Toda mi vida de artista –dijo durante la elaboración de dicho cuadro- no ha sido más que una lucha continua contra la reacción y la muerte del arte. En el panel en que trabajo y que llamaré Guernica y en todas mis obras recientes, expreso claramente mi horror ante la casta militar que ha hecho caer a España en un océano de dolor y muerte.”

Carmen Negrín tuvo en cuenta esa cita de Picasso y relacionó el regreso del Guernica a España en 1981, procedente de Nueva York, con la posibilidad de que el retorno del archivo de su abuelo sirva ahora también de memoria y, sobre todo, de conciencia. Por esta razón, antes de hacer entrega de la copia digital del mismo, la nieta del último jefe del Gobierno de la segunda República quiso responder públicamente a una serie de preguntas, cuyas contestaciones fueron determinantes para tomar esa decisión:

“La primera pregunta fue relativamente fácil de contestar: en su momento, mi abuelo luchó por preservar el patrimonio del Museo del Prado por considerarlo patrimonio universal. Para ello, con la ayuda de la Sociedad de Naciones, logró sacarlo integralmente de España, protegiéndolo de los bombardeos indiscriminados de los aliados de Franco y acordó que regresara una vez la lucha armada finalizó. Del mismo modo, logró preservar su archivo, clave para entender la memoria de un gobierno, base de un estado democrático, sacándolo de España, y, poco después, protegiéndolo de la ocupación nazi en Francia”. Fue decisión de Juan Negrín, la entrega al Estado español de los documentos referentes al mal llamado oro de Moscú, documentos que según su nieta fueron ocultados y prácticamente olvidados desde el mismo momento en que las copias certificadas salieron del archivo. Por valorar esos documentos por primera vez, algún estudio del historiador Ángel Viñas, que tan a fondo ha reivindicado y dignificado la figura política de Juan Negrín -tan denostada tanto por los franquistas como por algunos sectores republicanos-, fue censurado en los primeros años setenta.
 

“Tengo que admitir –señaló Carmen Negrín- que la segunda pregunta (si el país había evolucionado suficientemente para preservar ese archivo y valorarlo debidamente), fue la más difícil de evaluar. España no es una república y los reflejos franquistas están tan profundamente arraigados que a veces un exiliado o hijo o nieto de exiliado, como yo, se siente desconcertado ante ciertas reacciones o preguntas. El hecho mismo de que Juan Negrín sea o haya sido durante muchos años más desconocido en su país que fuera, me parecía sorprendente, pues ¿cómo se puede entender una guerra que afectó, directamente o indirectamente, a todos los españoles, si uno desconoce a sus principales actores? Es como tratar de entender la segunda guerra mundial sin saber quiénes fueron De Gaulle o Churchill”.

La nieta de Negrín tenía además otras dudas: “¿Como en un país europeo, el Estado no se ha implicado directamente, en el transcurso más de treinta años, en sacar de las fosas comunes y dignificar a todas las víctimas del franquismo? ¿Por qué se ha dejado pudrir a más de 30.000 víctimas justo debajo de la tumba-mamotreto del responsable de sus muertes y de su ideólogo? ¿Por qué se recibe con tantos honores, en un país no laico pero sin confesión estatal, al más alto dignatario del Vaticano, sin que este haya jamás pedido perdón por su colaboración en el exterminio más importante que se ha llevado a cabo en Europa después del genocidio judío? Pero lo que me sorprende aún más -continuó Carmen Negrín-, es ¿cómo, a pesar de la facilidad de acceso a la información primaria, se puede todavía equiparar un gobierno legítimo y legal con una banda golpista? El haber ganado una guerra no da automáticamente la razón, ni justifica el mismo tratamiento que al vencido. Supongo que la única respuesta que se impone, es que el sufrimiento ha debido de ser tan tremendo que, pese al paso de los años, sobra miedo, sobra silencio y sobra desconfianza”.

Ante estas contradicciones fundamentales de un régimen en el que se han restablecido las libertades públicas, a través una democracia monárquica, Carmen Negrín estimó que lo mejor era dar a conocer el máximo de información, para lo cual consideró imprescindible el archivo del propio ministro de Hacienda, en plena guerra, la documentación de la Presidencia del Gobierno y la documentación del ministro de la Guerra. “Si en un principio, mi objetivo fue dar a conocer la figura política de mi abuelo -afirmó-, a medida que iba avanzando en el trabajo que yo llamo de excavación en el archivo, rápidamente me pareció obvio que su destino era inseparable del de la segunda República, y que, aun sin conocer a fondo el archivo, había que dejarlo hablar por sí mismo, para que así poco a poco fuera cayendo la historiografía franquista. Es necesario para el futuro. No es solo una cuestión de conocimiento y cultura, es una cuestión de ética y conciencia, esa conciencia, que, como el cuadro de Guernica, nunca calla”.

                    DdA, XV/4.002                     

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