Félix Población
Desde San Martín de Oscos hasta el Palacio Mon no hay más que cinco kilómetros a través de una estrecha pista que desciende y desciende más allá de lo previsible, como si quienes mandaran construir ese edificio buscaran abismarse en la apartada hondura de un silencio tan apacible como frondoso. Hay momentos en que la sombra de los bosques es tan intensa, incluso en un día azul y despejado de agosto, que llega a encender los faros del coche.
El Palacio Mon es el más grande de Asturias y, según leemos en el cartel que lo describe, es el ejemplo más típico de arquitectura nobiliaria de la comarca. Desde el promontorio a media ladera en el que se encuentra asentado, se divisa la cuenca del río Ahío, y en la edificación constan dos estilos arquitectónicos: el de la torre, que data del siglo XVI, y del resto, construido en el XVIII. Lo más llamativo sin duda es la fachada, orientada al sur, con sus dos torres y una portada en la que sorprende el buen estado de conservación de los dos escudos nobiliarios que aluden a la familia Mon. La puerta y balcones moldurados son del barroco pleno, por lo que hay que situarlos entre finales del XVII y XVIII.
Lo umbrío del lugar y el aspecto del edificio invitan a imaginar en su interior a un Marqués de Bradomín valleinclaniano, con su flor de leyendas como asunto, sin descartar que un palacio de esta naturaleza debería tener una cierta actividad para hacer más atractiva la posibilidad de visitarlo. Hace tres años, el cronista de Los Oscos, José Antonio Álvarez Castrillón, escribió un libro que se publicó el año pasado sobre el monumento, fruto de doce años de investigaciones. Fue así como se montó -basada en ese trabajo- una exposición permanente en el propio palacio, que al parece ocupa dos salas del mismo, sin que de ello tuviera como viajero noticia durante mi visita, ni cartel alguno que lo indicara.
Fue entonces cuando desde la Consejería de Cultura del gobierno regional se esperaba potenciar las visitas guiadas, al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), adquirido por el Principado hace ocho años y cuya titularidad tiene desde 2011 el municipio. Es sin duda uno de los atractivos turísticos más sugerentes del concejo, por lo que sería muy de desear que se le buscara un uso más activo, sobre todo durante la temporada veraniega. (Hay que recuperar la joya del Palacio Mon, anunció hace un trienio la consejera de Cultura). También serían recomendables más indicaciones acerca de esa joya olvidada que ese escueto rótulo al paso por San Martín de Oscos, en el que nada se nos dice de la exposición permanente ni del horario de visitas.
El libro de Martínez Castrillón (La casa de Mon. Memoria de un linaje) es la primera obra que recoge la historia del edificio. Su autor la escribió a instancias del anterior alcalde de la localidad. Se trata de un texto muy laborioso, para el que no se pudo contar con la biblioteca y ni con el archivo del palacio, por desgracia perdidos. “Del palacio y la familia que lo habitó apenas se sabía nada. Solamente había historias a medio camino entre la leyenda y la invención -comenta el autor-, como consecuencia del olvido y el paso de los años. De ahí que la tarea se basase en rastrear cualquier elemento, desde pleitos hasta partidas de nacimiento, para componer el gran puzzle de la familia desde el siglo XV, aunque tiene sus raíces un siglo antes, en la Edad Media".
Sí ha recuperado Álvarez Castrillón el árbol genealógico de los Mon, desde el fundador de mayorazgo, Fernando de Mon El Viejo hasta el siglo XIX. Fué la época más brillante del palacio la que corresponde al siglo XVII. Ya en el XIX, son de destacar las figuras de Arias Mon y Velarde, que llegó a ejercer en 1807 como gobernador interino del Consejo de Castilla, ente del que también formó parte su hermano José Antonio. El primero aún es recordado en la provincia colombiana de Antioquia, donde logró reformar la estructura económica. Otro hermano, Romualdo Mon, desarrolló una brillante carrera eclesiástica. Fueron los últimos Mon de la saga. A su muerte, su palacio llegó a convertirse en explotación rural.
Habrá que volver a San Martín de Oscos para entrar en la casa de los Mon, visitar la exposición permanente -si es que permanece- y saber si desde el Ayuntamiento se ofrecen más pistas al viajero para llegar hasta un palacio y un entorno que bien merecen más indicaciones que un simple rótulo de carretera.
PS. Acabo de leer que en el Palacio Mon o de Mon residió durante todo un mes la reina Isabel II, durante una visita a la región en la que visitó Gijón y Avilés. A los Oscos
llegó tras desembarcar en Vegadeo. Desde allí y ascendiendo el puerto de La
Garganta, recaló en el Palacio de Mon acompañada de un alto oficial de
su guardia. Ignoro si en el libro citado en el artículo se habla de esa estancia y de las razones que impulsaron a la reina de los Tristes Destinos para pasar en tan escondido lugar treinta días con sus noches, aunque cabe imaginarlas. Me intriga saber la identidad del alto oficial de su guardia que la acompañó, por lo que habrá que leer el libro a ver qué información aporta al respecto. Ocurrió en el mes de agosto de 1858, hace 160 años.Desconozco si Felipe VI, cuando visitó con su esposa en 2016 San Martín de Oscos con motivo del nombramiento de Pueblo Ejemplar de Asturias, estaba al tanto de esa andanza de su antecesora, pródiga en amantes, entre los que figuraban varios capitanes.
DdA, XIX/3941
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