Félix Población
Es indudable que la presencia de José
María Aznar en la comisión del Congreso que investiga la presunta financiación
ilegal del partido que este señor
presidió durante tantos años no era un motivo de atracción por el protagonista.
Muchos recordamos la primera vez que el ex presidente del Gobierno representó
el mismo papel con ocasión de los trágicos atentados del 11 de marzo de 2004. Si el espectáculo de ayer tenía interés era por algunos de los interpelantes.
Habida cuenta la catadura del sujeto y sus mentiras de hace catorce años sobre la
autoría de aquella masacre, que pretendió utilizar electoralmente, era
impensable que Aznar actuase ayer de forma distinta a la que les es propia.
Nadie entre los interpelantes le recordó por qué perdió aquellos comicios,
quizá pensando que si esta vez no estaba en juego más que su dignidad, el ex
presidente podría mostrarse menos prepotente, chulesco y falaz de lo que lo
hizo, superando quizá sus anteriores interpretaciones y llegando por momentos a
lo grotesco, si no fuera por el bochorno y la vergüenza que supone reconsiderar
que ese individuo fue elegido por dos veces jefe del Gobierno de este país.
Pero si la presencia de Aznar ayer en el Congreso supuso la cínica y desfachatada
culminación de un partido ostensible y probadamente pringado en la corrupción política
desde los tiempos en que lo presidió don José María, hay algo peor a lo que
quizá no se le dio la significación que
tiene: el amondongado peloteo que antes, durante y después de la función le
dispensaron los parlamentarios presentes del Partido Popular y el nuevo
presidente, cuyo porvenir político está por ahora en cuestión.
Si ayer Aznar dijo que se sentía muy querido por su partido, después
de haber manifestado meses atrás que no se sentía representado por ninguno,
¿cabe acaso la posibilidad de su retorno ante los abrazos de Casado? El propio
don José María llegó a hablar de ello como resumen a lo bien que lo había
pasado en la sesión, aunque nadie se lo crea, a no ser que al aludido le guste que le llamen sinvergüenza.
¿Es que está el Partido Popular –como llegaron a decir sus dirigentes con Rajoy, ante la herencia de corrupción recibida- dispuesto a comerse otra vez la mierda de Aznar? Lo de ayer fue toda una ración que a Casado y los suyos pareció gustarles. ¿Está tan mal el PP como para volver a comer mierda?
PS. Ya que Aznar acabó la función con unos versos en los que decía no arrepentirse de nada, valgan estos de Quevedo para acabar el artículo:
¿Es que está el Partido Popular –como llegaron a decir sus dirigentes con Rajoy, ante la herencia de corrupción recibida- dispuesto a comerse otra vez la mierda de Aznar? Lo de ayer fue toda una ración que a Casado y los suyos pareció gustarles. ¿Está tan mal el PP como para volver a comer mierda?
PS. Ya que Aznar acabó la función con unos versos en los que decía no arrepentirse de nada, valgan estos de Quevedo para acabar el artículo:
Dícenme tienes por lengua
una tripa entre los labios,
viendo que hablas con ella
ventosedad todo el año.
una tripa entre los labios,
viendo que hablas con ella
ventosedad todo el año.
Léase también+@El PP del abismo al que no se puede volver. (eldiario.es)
DdA, XV/3956
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