Lazarillo
Con motivo del cuadrágesimo aniversario de la Constitución, el diario El País ha organizado unos encuentros que tuvieron ayer a Felipe González y a Jose María Aznar como protagonistas. Invito a quienes quieran observar lo plácidos y congraciados que se sienten ambos con sus respectivos papeles, como presidentes del Gobierno durante más de veinte años, a que pasen y vean su satifacción y egolatría. Moderaba el diálogo la directora del periódico, que cuando se aprobó la Constitución era una joven reportera a quien este Lazarillo tuvo el gusto de conocer. Obvio es decir que uno y otro defendieron el régimen del 78, si bien Aznar fue de los que en su mocedad atacó la Constitución vigente y lo suyo tiraba a falangismo más que el mismísimo ciudadano Rivera, según consta en las hemerotecas. Desconozco si durante el encuentro mi estimada excompañera Sol Gallego Díaz sacó a colación el orgullo que han de sentir ambos demócratas por haber mantenido durante su gestión el mausoleo de Franco y José Antonio Primio de Rivera en el Valle de los Caídos, así como el alojamiento en el olvido de los miles de republicanos enterrados como alimañas en fosas y cunetas. En el caso de Aznar tiene lógica que fuera así viniendo de donde venía y teniendo descendientes políticos tan entusiastas como esa diputada de su partido en la Asamblea de Madrid que calificó al dictador como caudillo ganador de una guerra: la misma que perdieron las generaciones que la vivieron y alguna más.
DdA, XV/3958
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