Lazarillo
Me constan los muchos años que mi estimada amiga Cristina Calandre Hoenigsfeld, a quien tuve el gusto de conocer hace unos cuantos, viene luchando por la reparación, dignidad y memoria de su abuelo, el cardiólogo Luis Calandre Ibáñez, del que en este DdA hemos escrito en varias ocasiones. Alejandro Lerroux, Indalecio Prieto,
José Calvo Sotelo, Ramón del Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Eugenio
D'Ors y Joaquín Sorolla, entre otros, pasaron por la consulta de este reputado médico republicano, al que más de medio siglo después de su muerte un gobierno de este país ha reconocido por fin como represaliado por la dictadura franquista. No obstante, nadie ha anulado todavía los dos consejos de guerra que pesan sobre Calandre y que frustraron de modo deplorable su brillante carrera profesional.
"No hay tiempo que perder", ha dicho a Efe su nieta, con sus esperanzas puestas en la reforma de la Ley de Memoria Histórica prometida por el Gobierno y que se plantea declarar
la nulidad de los tribunales de excepción franquistas y sus fallos y
sentencias. Cristina tiene 65 años y durante los
últimos doce ha invertido tiempo y recursos en rescatar del olvido la
figura de su abuelo. Hace pocas semanas recibió de manos de la ministra
de Justicia, Dolores Delgado, la declaración de reparación y
reconocimiento personal como víctima del régimen franquista, pero no
está satisfecha. Su objetivo es que se anulen los dos
consejos de guerra a los que fue sometido su abuelo por permanecer fiel
a la legalidad republicana y dirigir durante la guerra el Hospital de
Carabineros, levantado en pabellones de la Residencia de Estudiantes de
Madrid. Cristina comenzó a investigar en su biografía
tras la muerte de sus padres, al encontrar en la casa familiar -que he tenido oportunidad de visitar- varias
cajas con los archivos del abuelo.
Luis Calandre nació en Cartagen en 1890, en el seno de una familia liberal, y en 1917 logró importar uno de los primeros electrocardiógrafos
de cuerda; consiguió que un submarino alemán lo trajera hasta Barcelona
en plena primera guerra mundial. Discípulo de
Santiago Ramón y Cajal, estudió Medicina en Madrid y se especializó en
el campo de la histología, becado en Berlín por la Junta de Ampliación
de Estudios (JAE). A su regreso fue nombrado director
del Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia de
Estudiantes, fue cofundador de la revista "Archivos de cardiología y
hematología" y asumió diversos cargos en instituciones médicas y
organismos oficiales, involucrándose aún más en la vida pública con el
inicio de la II República. La Guerra Civil marcó
definitivamente su carrera, por el "delito" de haber dirigido desde
1937, como médico civil, el Hospital de Carabineros y haberse mantenido
fiel públicamente a la República. Pasó por prisión y fue absuelto en un primer consejo de guerra ceklebrado en en marzo de 1940. No
obstante, el Colegio de Médicos lo inhabilitó para ejercer la profesión
en Madrid y su provincia cinco años y en 1942 fue sometido a otro
consejo de guerra por un delito de "auxilio a la rebelión". Fue condenado a doce años y un día, pena que se conmutó a seis años y
un día en libertad condicional, y a partir de ese momento se dedicó en
exclusiva a su consulta privada.
Cristina Calandre, que intentó sin éxito anular la condena a su abuelo en el
Tribunal Supremo, espera que, junto a la reparación moral, haya una
reparación jurídica, aunque -como este Lazarillo- no las tiene todas consigo.
DdA, XIV/3933
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