Como todavía no he comprobado en papel El País que funciona bajo la nueva dirección de mi estimada colega Soledad Gallego, aunque sí he advertido algunos reconfortantes y necesarios cambios en la lamentable trayectoria que seguía hasta el nombramiento de tan reputada periodista, no conocía al firmante del artículo que bajo el título de Torra y el fascismo publica hoy el citado periódico. Me hubiera gustado que este artículo u otro en similar línea se hubiera publicado en el mismo diario en el que que el presidente de la Generalitat publicó el suyo (Público), dado que sería lo aconsejable en un medio que garantizase el derecho a réplica. No ha sido así, al menos hasta el día de la fecha, por lo que supongo que esa posibilidad no se va dar, o si se da va a ser con un retraso sobre El País muy significativo que quiero hacer notar. Subrayo los últimos párrafos del artículo de Daniel Gascón en este último rotativo para dar a entender al señor Roures que un periódico debería al menos permitir que alguien le respondiera a Torra lo que sigue y solo hemos leído y necesitado leer hasta ahora -los que no estamos por una Cataluña independiente- en El País: No parece tan difícil condenar todas las formas de violencia y evitar
estigmatizar a los ciudadanos que no comparten tu opción política. Es
lo que habría hecho alguien con cierto sentido institucional, una
persona que gobernase para toda Cataluña y no solo media, alguien que
creyese en la democracia en vez de dedicarse a degradarla. Lazarillo
Quim Torra, el presidente de la Generalitat de Cataluña, ha publicado
un artículo donde señala que “como en tantas otras cosas, contra el
fascismo debemos ser un solo pueblo”. Es la misma persona que ha acusado
a quienes no piensan como él de tener un fallo en la cadena de ADN, que
afirmaba que quien no sea independentista no puede ser catalanista, que
ha escrito: “Estas cosas que debemos soportar, como el PP y Ciudadanos y
otros reductos protofascistas, no son nada, el vacío total, la carencia
absoluta de respeto al país donde se vive”. Como ha explicado Xavier
Vidal-Folch, Torra ha presentado como “ejemplos” o “pioneros” del
independentismo a personajes que se sentían cercanos al fascismo y sus
métodos.
En
su artículo, escrito ya como presidente, Torra alerta de la violencia
de quienes quitan las cruces y lazos amarillos en recuerdo de los
dirigentes independentistas encarcelados o prófugos, frente al
“movimiento completamente pacífico” que es el independentismo. Puede
ser, alerta, “el huevo de la serpiente”.
Por un lado, aunque en general el secesionismo oficial ha evitado la
violencia, el artículo oculta los ataques a las sedes de partidos como
Ciudadanos, PSC y PP, los escraches en actos de Sociedad Civil Catalana,
los insultos a Inés Arrimadas o las campañas de acoso y difamación
contra quienes son críticos con el secesionismo. Por otro, convierte en
fascistas a todos los que se oponen a que el independentismo se apropie
del espacio público: ese, parece, es el verdadero significado de la
palabra fascista. Torra reclama la implicación de medios e
intelectuales, y, en un pasaje quizá involuntariamente irónico, pide a
la policía que actúe y anima a los ciudadanos a dar la alerta.
No parece tan difícil condenar todas las formas de violencia y evitar
estigmatizar a los ciudadanos que no comparten tu opción política. Es
lo que habría hecho alguien con cierto sentido institucional, una
persona que gobernase para toda Cataluña y no solo media, alguien que
creyese en la democracia en vez de dedicarse a degradarla. @gascondaniel
DdA, XIV/3922
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