martes, 19 de junio de 2018

LA PERSECUCIÓN DE LO ÚTIL RESECA EL ALMA*


Félix Población

Nuccio Ordine (1958), autor de un libro tan recomendable como La utilidad de lo inútil que me permito volver a recomendar, tiene un segundo libro (publicado también en España por Acantilado), cuya lectura igualmente aconsejo: Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal. Casi medio centenar son los autores y las obras incluidos, desde Antoine de Saint-Exupéry (Ciudadela) a Albert Einstein (Sobre la educación), según se consignan en el índice. La lista incluye, entre otros, a Platón, Shakespeare, Hipócrates, Maquiavelo, Ariosto, Yourcenar, Gothe, Zweig, Giordano Bruno, Borges, Dikens, Cervantes, Primo Levi, Homero, Flaubert, Swift, Montale, Rilke, Plauto, Rabelais, Montaigne, Calvino, Montesquieu, Pessoa, Cavafis, Defoe, Gracián, Balzac, Molière etc.De cada una de las obras se cita un fragmento, que el autor comentó con sus alumnos en clase durante varios cursos y que luego derivó en unas colaboraciones regulares en el semanario Sette del diario Corriere della Sera.

Los comentarios  son breves -apenas dos o tres páginas-, pero sustanciosos, y la introducción del libro es digna de presidir toda labor educativa que se precie: Si no salvamos los clásicos y la escuela, los clásicos y la escuela no podrán salvarnos. El autor desmenuza en este texto puntos tan importantes como el de los clásicos, la escuela y el arte de vivir. También habla de la importancia que un solo maestro puede tener en la vida del alumno, como le ocurrió a Albert Camus con Louis Germain, porque la buena escuela no la hacen las "tablets" digitales, sino los buenos profesores, somo casi todos hemos tenido oportunidad de comprobar a lo largo de nuestros estudios.

La profesionalización en la enseñanza, apunta Ordine, mata la "curiositas" y la creatividad, básicas para incentivar la sed de aprendizaje sin la cual ningún avance integral es posible. La escuela debe plantearse siempre que el alumno logre una personalidad armónica, no una especialización. Europa está olvidando sus raíces culturales, al matar progresivamente el estudio de las lenguas antiguas, la filosofía, la literatura, la música y el arte en general. La deriva empresarial y utilitarista de la enseñanza está dando resultados muy negativos, afirma el profesor italiano después de casi treinta años de ejercicio docente. Ordine citica la burocratización y los sistemas de evaluación. "En vez de formar pollos de engorde -sostiene el autor-, criados en el más miserable conformismo, las escuelas y la universidad deberían formar jóvenes capaces de traducir su saber en un constante ejercicio crítico". 

El aprendizaje requiere lentitud, reflexión, silencio y recogimiento, por eso elogia Ordine la filología y alude a Nietzsche al hablar de los orfebres de la palabra, dado que "la filología es, en su acepción más alta (fruto del entrelazamiento con la filosofía, el arte y la vida), educación para la profundidad: enseña a leer bien, es decir, lenta, profunda, respetuosa, cuidadosamente, con cierta malicia y con las puertas siempre abiertas, con sensibilidad en la mirada y en el tacto". Ordine es categórico cuando afirma que renunciar a la filología, renunciar a la lentitud, renunciar a los saberes humanísticos, significa tanto como renunciar al ejercicio de la crítica, básico para el ejercicio de la libertad  y la búsqueda de la propia libertad.

Hablando de Italia, el profesor de la Universidad de Calabria repara en que la corrupción cuesta allí 60.000 millones de euros al año, con unos 120.000 de euros anuales de evasión fiscal. Con esos datos no hay coartada para justificar los hachazos presupuestarios que vienen sufriendo los presupuestos dedicados a la enseñanza y a las instituciones culturales, según ocurre en nuestro propio país. Para combatir la corrupción y la evasión fiscal -entiende Ordine- no basta con leyes. Se requiere una buena escuela y una buena universidad que formen estudiantes y ciudadanos capaces de interesarse y defender el bien común, en contra de la lógica del beneficio por el beneficio, ese principio neoliberal que ha desatado sobre el mundo una epidemia de egoísmo galopante y depredador.
Un punto que también toca el autor de esta pequeña biblioteca ideal en su lúcida introducción es el de Europa, llamando la atención sobre ese mar Mediterráneo donde cada año se hunden las vidas de miles de seres humanos, en su búsqueda desesperada por una vida mejor, y que denota hasta qué grado cunde la insolidaridad en el viejo continente. Respecto a la crisis que pagan en el sur de Europa las clases más débiles y la clase media, destinada a desaparecer, se pregunta Ordine "¿cómo puede exigirse  continuos sacrificios a los ciudadanos europeos  cuando nuestro Parlamento no es capaz de hacer una ley que imponga a las multinacionales pagar los impuestos en los países en los que venden sus productos y hacer así más difícil la evasión fiscal de estas grandes y poderosas empresas?".

Sin solidaridad entre las naciones no puede existir una verdadera Europa. El autor cita un conocido fragmento de Montesquieu en este punto: "Si conociera alguna cosas que me fuera útil y que resultara perjudicial para mi familia, la expulsaría de mi mente. Si conociera alguna cosa útil para mi familia, pero que no lo fuese para mi patria, trataría de olvidarla. Si conociera alguna cosa útil para mi patria, pero perjudicial para Europa, o útil para Europa y dañina para el género humano, la consideraría un crimen".

Hay que frenar la deriva utilitarista y empresarial que afecta a la enseñanza, mantiene el autor. No debe  abrazarse el entendimiento para ganar dinero, sino para convertirnos en mujeres y hombres libres, capaces de rebelarnos contra los egoísmos desbocados de nuestra época y contribuir a que la humanidad sea más humana. Par ello es preciso recurrir a los clásicos y a los saberes que ahora son considerados inútiles (la literatura, la música, la filosofía, el arte, la investigación científica de base), porque -como decía Giordano Bruno en Candelero- todo depende del primer botón: abrocharlo en ojal equivocado significa, irremediablemente, seguir cometiendo error tras error.

Es de destacar entre los fragmentos escogidos, con referencia a la utilidad de lo supuestamente inútil, el que Ordine elige de Goethe, correspondiente a Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister. El diálogo con su compañero Werner (dedicado al comercio) es muy significativo: "Acabas de encontrar a tu amigo después de mucho tiempo y, acto seguido, empiezas a tratarlo como una mercancía, como un objeto de especulaciones con el que puede obtenerse alguna ganancia". Limitarse a perseguir lo útil -termina Ordine-, reseca el espíritu, mutila la vida. Cultivar lo inútil nos ayuda a dar un sentido profundo y noble a nuestra existencia. Los clásicos son en este sentido una fuente inagotable de la que es necesario beber para que no se nos resequen la razón y el sentimiento de vivir.


*Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal,
Nuccio Ordine. Ed. Acantilado, Barcelona, 2017. 177 pags.


DdA, XIV/3882

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