Félix Población
Mientras la
portavoz del gobierno israelí justificaba la enésima masacre de palestinos en
Gaza, respondiendo a un periodista irlandés que se recurría a la matanza porque no
hay suficientes cárceles, la embajada de Israel en Bélgica se refería
a los niños palestinos asesinados como terroristas, entre los que puede que
esa señora incluya al bebé de once meses que murió asfixiado por los gases disparados por la milicia israelí.
Si a eso añadimos la exhibición que hizo el primer ministro
israelí, en compañía de la cantante de su país que resultó ganadora en el
Festival de Eurovisión, bailando ambos un supuesto baile del pollo, habrá que
colegir que la desfachatez de aquel Estado está llegando a límites insultantes
para la inteligencia, hasta el punto de temernos que todo lo que proceda de
Israel pueda herir a partir de ahora la
sensibilidad del televidente hasta extremos verdaderamente insufribles.
Miles de
heridos y en torno a sesenta muertos ha sido el balance de la última cacería
llevada a cabo por las tropas de seguridad de Israel en Gaza, con ocasión de
las protestas convocadas a raíz de la intolerable ubicación de la embajada de Estados Unidos
en Jerusalén por disposición de quien puede provocar una Tercera Guerra Mundial.
Al tal Binyamin Netanyahu le
ha resultado muy divertido conocer a la cantante Brazilai y hacer el pollo públicamente, apenas unos días después de la sangre derramada en Gaza por sus
soldados, en un nuevo capítulo de sus masacres periódicas contra el pueblo
palestino. Sigue contando para ello con la indiferencia de los Estados europeos, cuya preocupación (M. Rajoy) ante
esas matanzas es la más repulsiva exhibición de cinismo que se puede dar en la
política internacional, porque todos sabemos que donde se dice preocupación debería decirse impasibilidad.
DdA, XIV/3852
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