miércoles, 30 de mayo de 2018

EMPANTANADOS CON LA CUESTIÓN CATALANA Y EL CUANTO PEOR, MEJOR



Félix Población

El pasado siete de septiembre, en el Parlament de Cataluña, se vivió una jornada deplorable de la que como más digno y único recuerdo para la historia quedó el breve discurso de Joan Coscubiela, portavoz de Catalunya Sí que es Pot. Son de recordar de esa alocución dos párrafos: “Estoy aquí porque mis padres me enseñaron a luchar por mis derechos. No quiero que mi hijo Daniel viva en un país donde la mayoría pueda tapar los derechos de los que no piensan como ella”. Y este otro, dirigido a los parlamentarios independentistas: “No se dan cuenta de la gravedad de lo que están haciendo aquí: es muy grave, es cogerle el gusto a la antidemocracia y al autoritarismo y a pisar los derechos de los parlamentarios".

Ayer Coscubiela estuvo en Gijón, presentando su libro Empantanados. Una alternativa al sóviet carlista, en el que abunda sobre la cuestión catalana y desarrolla la esencia de su discurso. Mis fuentes me dicen que el acto fue digno del protagonista y el público asistente lo celebró con gusto, por lo que cabe esperar que el ensayo tenga muchos lectores. Explicó Coscubiela que cuando le puso título al libro, temió que pudiera quedar desfasado, pero la realidad no ha hecho más que ratificarlo. La judicialización del conflicto lo ha complicado más. La fractura social es más profunda, según observamos en ese lamentable espectáculo de las refriegas por cruces amarillas y toallas rojigualdas en las playas. En Cataluña afloran concepciones supremacistas y xenófobas propias del nacionalismo radical y en España asoma una extrema derecha por debajo de la alfombra que nunca dejó de existir.

A la pregunta de si estamos en un punto de no retorno, Joan Coscubiela responde que siempre hay retorno, pero de discutir sobre el modelo de Estado federal o de un referendo pactado, se ha pasado a discutir sobre si el 1 de octubre se produjo una decisión legítima con la proclamación unilateral de la república catalana, sobre los presos, sobre legalidad o democracia, o sobre la fractura social. Coincido con Coscubiela en que el sector hegemónico del independentismo (Puigdemont/Torra) se ha situado en la estrategia del cuanto peor, mejor, y así no hay posibilidad alguna de prosperar, porque además esa estrategia alienta en España el peligroso hipernacionalismo del partido que en las encuestas se sitúa como sustituto del Partido Popular. 

Cuanto más se tarde en abordar políticamente la cuestión catalana, más efectos colaterales negativos para resolverla se pueden producir y más asignaturas pendientes tendremos que resolver. Mañana, en el Congreso de los Diputados, se inicia el debate sobre la moción de censura planteada por el Partido Socialista con el apoyo de Unidos Podemos. El objetivo de la oposición no puede ser otro que acabar con el gobierno de un partido corrupto, convocar elecciones e intentar que el próximo ejecutivo reconduzca la cuestión catalana hacia los cauces de la política de donde nunca debió salir. 

Para esto último hay que entender, por parte y parte, lo que Coscubiela dijo también aquel 7 de septiembre: “Estoy dispuesto a partirme la cara para que ustedes puedan ejercer su derecho a votar sobre la independencia de Cataluña, pero no si lo hacen pisando los derechos del resto de ciudadanos".

DdA, XIV/3863

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