Fulgencio Argüelles
Así
amaneció mi pueblo, así amaneció mi casa. El mundo amaneció hoy para mí
de esta manera. No sé qué tiene el blanco que nos ensancha por dentro,
nos estremece, nos deja los sentimientos
en carne viva. No creo en otros mundos diferentes a éste. No creo que
exista un cielo, pero, si existiera, habría de ser necesariamente
blanco, tan blanco como este pueblo mío de hoy amaneciendo, porque el
blanco es el color y el sentir de la gente buena. El blanco es el color
de Forges, y el de Quini, y el de mi padre, y el de mis amigos que se
fueron. Esta mañana siento que mi memoria está cubierta de nieve. La
nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la
sombra. Así lo decía Lorca, que también era un hombre del color y del
sentir de la nieve...
DdA, XIV/3783
No hay comentarios:
Publicar un comentario