jueves, 15 de marzo de 2018

CORREN TIEMPOS DE ANGUSTÍA Y DE DELIRIO, TODA VERDAD DEBE SER HABITADA

 A modo de terapia espiritual, esta mañana, con el Tormes
colmado de rumorosa corriente y ancho y desbordado cauce, este Lazarillo ha recurrido una vez más a los versos para hacer frente al asco. Lo ha provocado, sobre todo, la sucia manipulación que los medios están haciendo de un asesinato atroz, reiterando hasta la saciedad las imágenes de un centenar de ciudadanos dándole gritos al furgón policial en el que viaja la asesina confesa, al tiempo que lo fotografían con sus móviles.

Juan Ignacio González
 
Corren tiempos de angustia y de delirio,
toda verdad debe ser habitada.
Propongo borrar todas las pizarras,
reescribir las palabras del libro de los justos.
Cada reloj, por tanto,
debe ser reducido a la ceniza
que acompaña a la muerte de los lirios.

Los madereros,
deben plantar, de nuevo, los árboles del bosque
y debe aniquilarse el ruido y la avaricia,
la espera jadeante de las cárceles,
el paso irrespirable del verdugo,
la materia febril con que la vida nos llena de vacío.

Los códices miniados, habrán que repintarse.
Los sedimentos de los exiliados
han volver al barro de la aldea,
al origen de toda la esperanza.

Las putas del burdel deben ser liberadas,
los niños de la guerra volverán a la escuela,
el color de la piel ya no será consigna,
los catafalcos hallarán su reposo
en la cima más alta de las nubes.

Nada será ya sed, cuenco vacío.
Las hormigas,
marcarán con su rastro
la geometría de una nueva vida.


DdA, XIV/3794

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