
Lazarillo
Analía Iglesias y Martha Zein firman este interesante libro de inmediata aparición que ha editado La Catarata. La pornografía se ha apoderado de nuestra
sexualidad y ha colonizado el imaginario erótico. Contamina lo que toca en
cualquier cultura y atraviesa iconografías. Hoy se vende como expresión de
rebeldía contra la moral conservadora. Se promociona en nombre de las
libertades y, sin embargo, no lleva a ninguna revolución libertaria o
colectiva. Nuestras vidas se pornifican
porque nuestra productividad no se ve afectada. El ciudadano ha incorporado
como derecho la explotación, sin moderación de su erotismo, sus fantasías y
hasta de la intimidad ajena. La educación
sexual de los adolescentes también pasa por el porno, gratuito, variado y
disponible veinticuatro horas al día a través de la red gracias a unos
algoritmos que definen su sexualidad y les ofrecen más (de lo mismo).
Entretanto, la cifra de negocio de la industria del entretenimiento y el placer
aumenta sin cesar. ¿Qué esconde el agujero negro del porno? ¿Qué egos dilata? ¿Será
verdad que queremos mostrar el nuestro para no quedar fuera de la escena?
¿Grabarse practicando sexo explícito es una forma voluntaria de obtener
“impacto” o es un imperativo en la sociedad de consumo de experiencias? ¿Vamos
a resignarnos a los estragos de la pornografía o queremos encontrar otras
maneras de relacionarnos y expresar nuestra sexualidad? La lectura, a juzgar por el índice de los cinco capítulos y los puntos que desarrolla el epílogo de esta obra, promete ser muy interesante. No estaría de más estudiarla y debatirla entre los adolecentes en los centros de enseñanza.
DdA, XIV/3776
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