Armando Nosti Caso
En Dinamarca, un ciudadano español se acerca a Puigdemont y
le dice que bese la bandera de España, Puigdemont dice que no tiene ningún
problema y la besa, entonces, el ciudadano le dice que cuando vuelva a España
irá a la cárcel.
Un héroe, un español, español, español. Al menos eso es lo
que pensará el patriota de su hazaña en tierras extranjeras, y muchos más se
sumarán a su causa y lo tendrán como ejemplo, al menos durante unos días, hasta
que otra hazaña similar sustituya a la del espontáneo audaz, si es que era
espontáneo, que posiblemente no, audaz tampoco.
Mientras tanto, los otros patriotas, los catalanes, siguen
haciendo encaje de bolillos para seguir adelante en su carrera hacia la nada.
Y de nuevo mientras tanto, en Valencia, se sigue confirmando
hasta que punto la política es ya, no un negocio, si no una mafia perfectamente
organizada al servicio de la financiación de los partidos y del enriquecimiento
de unos pocos a costa de unos muchos.
No sólo son los partidos los que están corruptos, es el
propio sistema el que está podrido. Si un empresario quiere trabajar para el
sector público, a cualquier nivel, parece que tiene que pasar por el aro le
guste o no. A muchos no les gusta, no quieren o no pueden, y se quedan al
margen y ven como otros competidores, con muchos menos méritos, con menos
esfuerzo y sin ningún compromiso con la sociedad, se llevan la tajada grande mientras ellos se
tienen que conformar con las migajas que les dan a base de subcontratarles las
obras o servicios que, quienes están integrados en el sistema, consiguen en
condiciones más que ventajosas, pese a que no sabrían ni por dónde empezarlos.
No pasa nada si de vez en cuando se les descubre la tostada,
los españoles de verdad, los de las banderas al viento admiten esa corrupción,
unos pocos porque esperan llegar algún día al reparto del pastel en condiciones
ventajosas, otros, la mayoría porque estos nos roban, si, pero a saber lo que
harán los otros. Vamos, por lo de lo malo conocido y esas cosas que nos meten
en el cerebro desde niños para que ya de mayores aguantemos carros y carretas.
Es el sistema, es nuestro sistema, el que parece una
democracia pero no lo es, el que dirigen ahora desde el IBEX y antes desde
otras instancias similares. El que pone y quita gobiernos, el que siempre tiene
un cartucho en la recámara, por si, como parece ser en este caso, las
vergüenzas que quedan al descubierto son tan grandes que es imposible taparlas.
Si repasamos los concesionarios de las grandes obras
públicas de los últimos años podemos ver que los nombres de las empresas van
cambiando, pero que sus principales accionistas siempre son los mismos. Nuestro
sistema es el capital. El capital financió el golpe de estado del 36 y ahora,
modernizado, financia partidos políticos, aeropuertos sin aviones, autopistas
sin coches, museos sin visitas, ampliaciones portuarias sobredimensionadas,
zonas logísticas para la cría de plumeros, da igual, lo que sea, el capital
siempre gana, porque el que paga manda y si algo sale mal, el dinero público
siempre sale al rescate. No se rescatan autopistas, se rescata a las empresas
que las construyeron aún a sabiendas de que no iban a ser necesarias, porque su
utilidad no era lo importante, lo que importaba era el dinero que se iba a
mover, lo que se iban a repartir los de siempre.
Nos vendieron una crisis gigantesca, que no era mas que la
parte baja de un ciclo económico, para justificar la ruina a la que nos habían
llevado. Y que curioso, cuando termina la mal llamada crisis, los ricos son más
ricos, los ciudadanos mucho mas pobres y menos libres, y el número de millonarios había
aumentado de forma considerable.
Es nuestro sistema. El que no admite cambios en una
Constitución consensuada y limitada por los poderes fácticos, que recién
salidos de la dictadura estaban en su
apogeo y controlaban todo lo que se movía,
pero que no se ha dudado en reformar tantas veces como el capital lo
necesitó. Es nuestro sistema el que soluciona el problema de los paraísos
fiscales por el sencillo procedimiento
de sacarlos de la lista de países considerados como paraíso fiscal. Es nuestro sistema el que ignora las leyes
que no le parecen convenientes y sigue manteniendo a los muertos en la cuneta
para no reavivar odios mientras santifica a los mártires de su cruzada, el que
se ha comido las reservas de nuestras pensiones poniéndolas en grave riesgo en
un futuro cada vez mas cercano.
Mientras tanto, el tocayo del M. Rajoy que aparece en las
listas de Bárcenas aprovecha la inauguración de un tramo del AVE, que por
cierto fue un ridículo total, para vender tiques para el avión y
espera que los problemas se solucionen por si solos. Sabe que mientras sea
obediente, el sistema, nuestro sistema, le protege.
DdA, XIV/3761
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