viernes, 15 de diciembre de 2017

"CANTÁBRICO" COMO LECCIÓN DOCUMENTAL CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Félix Población 

Es de tener en cuenta y celebrar, por la oportunidad de hacer coincidir el hecho con los terribles e insólitos incendios sufridos este otoño en el noroeste del país, que "Cantábrico. Los dominios del oso pardo", el documental de Wandavisión que nos abre las páginas visuales de esa abrupta y hermosa cordillera haya sido nominado a los Premios Goya de este año en la categoría al Mejor Documental.

  Su director es Joaquin Gutiérrez Acha y su productor, José María Morales. Se trata de un trabajo de altísima calidad técnica y suma sensibilidad descriptiva y visual, elaborado para ser exhibido en las grandes pantallas de nuestros cines, tal como pude disfrutar hace meses. La naturaleza montaraz de Cantabria, Asturias, norte de Castilla y León es la protagonista de un film que bien podría tener como objetivo prioritario, en la perspectiva de su director y excelente equipo, alertar con el asombro al espectador para que sea consciente de la vida y belleza de este intenso, detenido y perspicaz recorrido documental. Esa vida y belleza fueron asaltadas este otoño por el fuego arrasador, extraño sustituto de la habitual lluvia benéfica en la parte más occidental de la cordillera, con su estremecedora secuela de montes quemados.

El documental, que recomiendo a quienes no hayan tenido la oportunidad de verlo hasta ahora,  está rodado con una paciencia y mimo exquisitos, dando constancia de cuanto de maravilloso alienta en esa gran barrera de 400 kilómetros paralela al mar que la nombra. Una y otra vertiente de la cordillera Cantábrica resultan de una inolvidable belleza para quienes las conozcan, siendo distintas, y hasta podrían dar lugar a una pugna difícil de discernir acerca de qué vertiente puede resultarnos más atractiva, aunque personalmente -quizá por crianza y costumbre- me incline por la de los cañones y espesos bosques continentales de robles, hayas y castaños.  

En Cantábrico presenciamos unas impresionantes imágenes aéreas, combinadas con grabaciones de una gran precisión en el matiz y los detalles, así como en la sonoridad ambiental. Con tan extraordinario material, sería deseable que el documental rodara por colegios, institutos y centros culturales, acompañado de la correspondiente e indispensable labor pedagógica de los naturalistas, para combatir a quienes están empeñados en acabar con ese patrimonio incendiando los bosques, sin que ese tipo de terrorismo sea sancionado con el rigor que merece tamaña ignominia, reiterada año tras año en la geografía peninsular.
El mes pasado se celebró en Bonn una nueva edición de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco sobre el Cambio Climático. El balance ha sido muy decepcionante, según cuenta Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique en su artículo La metáfora de Pascua. La califica abiertamente de fracaso, un fracaso que se puede considerar aún más grave si se tiene en cuenta que cada habitante de este pleneta puede constatar estas siete realidades: Sigue aumentando la temperatura global (2017 ha sido uno de los tres más cálidos de la historia), sigue en aumento la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, sigue acumulándose la concentración de CO2, sigue subiendo el nivel de los mares, la acidificación de los océanos no disminuye, las capas de hielo de la Antártica siguen reduciéndose, sigue disminuyendo el hielo marino del Ártico.

Nos estamos jugando, en fin, el destino de la Humanidad, con el primer mandatario de la nación más poderosa del planeta ausente de tan gravísimo conclicto, por creer ese peligrosísimo sujeto que se trata de un invento chino para minar la economía estadounidense. La más sólida esperanza está en las 7.500 ciudades y entidades de todo tipo -especialmente las asociaciones de ciudadanos- que se proponen avanzar hacia una sociedad baja o nula en carbono, aunque las emisiones hayan crecido un 2% en el último año después de haberse mantenido estancadas un breve tiempo. Desde la firma del Protocolo de Kioto en 1997, poco después de que naciera mi hija, las emisiones de CO2 han progresado más que en los decenios precedentes. Sin medidas de urgencia, los científicos aseguran que la temperatura del planeta aumentará cuatro grados, se derretirán los polos y glaciares, subirá el nivel de los océanos y las aguas inundarán deltas, ciudades costeras y archipiélagos enteros desaparecerán de la tierra, además de acentuarse las sequías y la desertificación, etc. Se ha de cambiar, también, nuestro modelo económico despilfarrador y agotador de los recurso del planeta. En Bonn se recordó a este respecto el desastre que se produjo en la isla de Pascua, superexplotada hasta la esquilmación de sus recursos y metáfora de lo que podría ser nuestro mundo.

Documentales como Cántábrico. Los dominios del oso pardo (véanlo por favor y corran la voz) deben rodar por este tipo de asociaciones  para evitar que en el futuro su contenido sea un hermoso recuerdo, materia de archivo visionable pero no vivible, tal como ahora podemos gozarla por trochas y senderos, en una y otra vertiente, quienes la tenemos tan cerca y dentro de nosotros.

DdA, XIV/3719

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