Si Gabriel Rufián fuera de Pumarín o de Bimenes (pongo por caso y
sin ánimo de ofender a los naturales de esos lugares) sería simplemente
lo que aquí consideramos un babayu. Sin más. Un babayu, un tenor de
chigre, un rapaz que se cree la quintaesencia de la oratoria aguda y
desestabilizadora del sistema por lanzar un poco de sal gorda en el
Parlamento para que Rajoy y cualquiera le contesten a vuelta de memez
sin despeinarse. Contestando a Rufián Rajoy parece Winston Churchill,
oiga. Pero como Rufián es catalán y republicano es obligatorio flipar
todo el tiempo con sus diatribas del nivel de los festivales escolares
de fin de curso en los que está permitido a los alumnos imitar a los
curas y los profesores porque las notas ya están puestas, y que que nos
quiten lo bailao.
Lo que pasa es que como las redes sociales tienen que estar todo el
día incendiándose por algo, o llenas de “zascas” y otros neologismos sin
sentido para que el circo no decaiga, Rufián ha pasado de ser un babayu
de poca monta a ser un Castelar o un Demóstenes que incendia la cosa de
las redes tanto como Reverte, para las rotativas y sale en los
titulares de periódicos que antes iban de serios y ahora no tienen ni
media hostia informativa. Y es que ya cansa mucho lo del babayu de
Rufián, lo del meapilas trabucaire de Junqueras, lo de la rabanera de
Forcadell devenida ahora en hija del 155, y lo del ridículo de
Puigdemont-Tintín que sigue como de viaje de estudios en Bruselas
mandando fotos por las redes a sus primos los confiteros de Gerona para
que sepan que está bien, se abriga y tal, e insultando muy subido a este
estado franquista que le convoca unas elecciones al señorito para que
siga viviendo del momio independentista. Y este Mariano Rajoy que
continúa sin llenar las Ramblas de cadáveres catalanes para mayor gloria
de estos mártires del espetec y revolucionarios de papá.
-Puigdemont va a ser candidato en diferido.
-Como las indemnizaciones de Bárcenas.
Todo es ridículo y ya dijo Tarradellas (no el del espetec, sino el de
‘ja soc aquí’) que en política se puede hacer de todo menos el
ridículo. No dijo nada de robar el 3%, pero se le supone como el valor
en la mili y la certeza de que el tercer polvo no hay quien lo eche.
Todo es ridículo y grotesco. Desde la declaración de independencia que
nunca existió, el referéndum que nunca fue y la fuga de los consellers
en coche a Perpignan para ver una de tetas y culos antes de irse a pasar
frío a Bruselas. Sólo faltaba que se hubieran fugado en un Mercedes
Benz de los que usaban los toreros y los marqueses de Leguineche, los de
la “Escopeta nacional” con López Vázquez escayolado para esconder las
joyas de la familia.
Puigdemont contaba con que lo de la independencia iba a tener un
final de película de arte y ensayo con música del pelmazo de Lluis
Llach, y resulta que lo acaecido hasta la fecha encaja mucho más en una
de Azcona y Berlanga o, aún mejor, en una de Torrente, que todo llegará.
Artículos de Saldo - DdA, XIV/3702
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