Félix Población
Quienes residimos en tierras del viejo Reino de León y vamos con frecuencia a Asturias, hacemos en ocasiones una parada en el embalse de Barrios de Luna. Personalmente me satisface esa panorámica, sobre todo cuando al agua nutre con generosidad esta importante obra hidráulica.
Desde hace meses, sin embargo, somos muchos los que pensamos que nunca como ahora lo hemos visto con tan precario caudal. Resulta desolador. Hoy me entero, gracias a la gran pancarta desplegada por Green Peace desde el impresionante puente que cruza el embalse, que sólo contiene 13 de los 308 hectómetros cúbicos de su capacidad. Esto es, el 4,3 por ciento.
No me ha extrañado, por lo tanto, que la citada ONG haya desplegado para la ocasión la pancarta más grande de su historial en España. "Mala gestión=Sequia", leemos sobre esos 120 kilos de grito al viento. Barrios de Luna es uno de los más importantes embalses de la Confederación Hidrográfica del Duero. Los nieveles de la cuenca de este río se encuentran en estado de alerta, dado que el agua embalsada en sus pantanos de mayor capacidad no llega al 12 por ciento de la misma. En el último año hidrológico -leo-, cerrado al inicio de octubre, las zonas en estado de alerta o emergencia se habían doblado en España. Estos estados se decretan en función del agua disponible según las necesidades previstas para cada época del año.
Green Peace considera que, junto a las escasas precipitaciones de lluvia -a mi juicio auténticamente llamativas, sobre todo en regiones como Asturias y Galicia, donde se han registrado incendios con víctimas mortales en pleno otoño-, esa mala gestión del agua también cuenta a favor de la sequía. El 80% del agua en España se destina a cultivos de regadío.
Hace unos meses se hizo público un informe del Ministerio de Medio ambiente en el que se admite que la desertizacion en nuestro país es ya un problema real en más de dos tercios del territorio, agravado por la falta de lluvias y las temperaturas más altas que se registran en los últimos años. En el informe se advierte que, al ritmo que vamos, tres millones de hectareas de las zonas húmedas pasarán a ser áridas a finales de este siglo. El desequilibrio entre el agua disponible y lo que se evapora supone mayor presión sobre los recursos hídricos, pérdida de biodiversidad y menor producción agrícola.
Esos 120 kilos de pancarta que desde ayer cuelgan como un grito de alarma del puente del ingeniero Carlos Fernández Casado deberían pesar mucho sobre la conciencia de nuestra clase política, pero no la veo yo muy sensibilizada ante el porvenir existencial de España: se llama agua y aquí seguimos enfangados en la soberanía de Cataluña y las corrupciones del partido en el Gobierno. Ningún político ha tocado este asunto en los últimos meses. ¿No es como para desesperarse ante tamaña falta de responsabilidad en un asunto vital para las venideras generaciones? ¿O es que no nos importa un país de países crecientemente desértico?
DdA, XIV/3704
No hay comentarios:
Publicar un comentario